Capítulo 68

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Margaret

Entre a la oficina que se me proporcionó en el Ministerio solo por lo ya terminado. Nada permanente, jamás podría.

Todo termino, y estoy muy segura de ello, fue bastante bueno.

Veo mis manos y acomodó mi anillo sobre el dedo. Estoy esperando a mi esposo.

No tengo que esperar mucho, escucho la puerta abrirse y el entra por esta.
Esta igual que siempre, al menos conmigo.

Cierra la puerta tras de él, cada detalle se puede escuchar, cada pisada.

Lleva su mano derecha sobre su izquierda, y cómo de costumbre gira su anillo alrededor del dedo.

—Que amble que vinieras. — soy la primera en hablar.

Se detiene a unos pasos frente a mí.

—¿Por qué dices eso? — la voz tan pesada y profunda sale de él.

Su ceño fruncido no desaparece y cada palabra que sale de él es como si me la escupiera en defensa.

No me voy a quedar atrás, esta vez voy a replicar. Logro mi reacción.

—Creo que hasta mis peores críticos admitirán que mi primer viaje sola no fue un desastre.

—¿Primera? ¿Acaso esperas más del ministerio?

Lo ignoró porque la respuesta él mismo se la podría dar.

Así que continuo con lo que estaba diciendo. —Que no caí totalmente de bruces, así que ahora imagino, espero. —aclaré mejor mis palabras. —Que hayas venido a disculparte. A tragarte tus palabras y felicitarme, porque creo que lo merezco. —eso lo hace reír, como si estuviera diciendo algo muy divertido. 

Se menea de un lado al otro al caminar con la sonrisa en los labios, se para aún más cerca de mí.

—Esa capacidad de auto engarñarte nunca deja de sorprenderme.

Trago saliva con pesadez y él continua.

—Nos alegra que no hayas ocasionado muchos daños. —confiesa con tranquilidad pero el tono de burla no hace que yo la tenga. — Tus dos hijos te necesitaron.

—Nuestros hijos. — al parecer tuve que recordárselo. —Pudieron sobrevivir a mi ausencia por cinco días.

Su mirada se quedó en sus zapatos como si analizará cada polvo en ellos.

—No sé si se pueda decir lo mismo de los demás. —soltó.

¿Qué estaba queriéndome decir? Eso logró captar mi atención, uní el entrecejo en extrañes pura.

Also el mentón y me encaró finalmente. —El exquisito egoísmo y ambición de tus motivos. — hablo entre dientes. — Y tú forma de.. De la vulgaridad. — escupe con desagrado. — De tus payasadas.

No puedo creer que esas palabras salgan de su boca, no por los motivos que hice, porque de ser así jamás podría tomarlo en serio con algo tan grave, tenía que estar alusinando, ¿cómo era tan desconciderado? ¿De dónde estaba saliendo esta inmadurez? O es que siempre estuvo ahí.

Ron abrió la boca y prosiguió. —Cuando bien sabes que ganarías, que irías tú y eso, a los titulares.. A las primeras planas en cada portada de periódico, es divertido porque dices no haber elegido nada de esto.

—¿"Payasadas" ? — le cuestione, la horrible palabra que no había salido de mi mente. — Haré funcionar el golpe que doy en la comunidad mágica para algo mejor, si así logro cambios a futuro, para nuestros hijos. Y si eso me hace ambicioso, entonces lo soy.

Encadenados [Ronald Weasley] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora