Capítulo 37

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Haciendo cuentas, iba en la mitad del cuarto mes de embarazo. El segundo trimestre había comenzado.

Estaba en la sala de pie observando mis zapatillas, bajas, sobre todo cómodas. Mis pantalones dejaron de entrar así que optaba por utilizar vestidos, era muchos mas cómodo que sentirme apretada.

Llevaba uno largo color rosa muy suave que lo decoraban lunares blancos, un pequeño y delgado suéter blanco llevaba puesto.

Cuando caminaba y el aire chocaba contra mi cuerpo, el vestido se unía a mi piel y se podía apreciar lo redondo de mi estómago era ya.

Esta vez era importante, y me sentía muy feliz, ya que aunque era trabajo para Ron, íbamos a salir juntos.

—¿Por qué Harry no puede ir? — le pregunté a Ron en cuanto se acercó a mi. Estaba ya listo, vestido en los trajes que usaba para el ministerio.

—Bueno, es difícil..— fue lo único que respondió.

—¿Y por qué yo si puedo?

—Porque no hay ningún problema con ese, incluso mi jefe del Departamento de Aurores me lo sugirió..

Íbamos a visitar el hospital San Mungo. Entendí algo como de que era una clase de revisión, tomarían fotos y las mostrarían a la comunidad mágica los estados del Hospital, todo con precaución y seguridad.

Llegamos por la Red Flu, San Mungo podría parecer un edificio pequeño afuera pero por dentro era más del triple de grande.

De inmediato se acercó el secretario de Ron a nosotros. Le susurró unas cosas mientras veía a Ron asentir.

Las personas de los diarios ya se encontraban ahí.

De cierta manera sabía que no estaba ayudando a mi marido en su trabajo, pero quería apoyarlo con mi presencia. Pero era mi naturaleza el enfatizar con las personas.

Sonreí a las cámaras y los saludaba con carisma, solo quería ser amable.

Nos pasaron a una sala, donde habían muchas camillas con pacientes estables. Nada grave, ya que podíamos interactuar con ellos. Nos acercamos a los pies de la camilla.

Incluso madres que acababan de dar a luz, ya que sus recursos no eran muchos.

Mientras que Ron hablaba serio con los medimagos y los fotógrafos no dejaban de apuntar.

Pero me pregunté en ¿eso en que ayudaba? No podían venir así nada más, tomarles fotos e incomodarlos, a eso nadie le daba tranquilidad.

Me acerqué a una de las pacientes que se encontraba en esa camilla. Con un pequeño bebé en brazos.

Me incline un poco para estar a su nivel de bajo. —¿Cómo está? — le sonreí.

—Oh, muy bien señora, gracias.

—¿Es un niño o una niña? — acaricie la pequeña cabeza.

—Es una niña. — me habló, sus ojos estaban abiertos tan deslumbrados.

—Es hermosa, como usted. Muchas felicidades.

— Muchas gracias.

—¿Cómo a sido su estadía? ¿Las están tratando bien?

—Sí, todo a estado bien. Veo que usted también va a tener un bebé.

—Oh, esto. —bromeó. —Sí. —río un poco para hacerla sentir en confianza.

—Que amable que hablara conmigo y no sólo se quedara de pie, es de las mejores cosas hasta ahora en mi estadía.

Sonreí de lado. —Haremos que mejore. — me incorpore de nuevo. Vi de tras de mi.

Encadenados [Ronald Weasley] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora