Principe Nikolai.
Como creadora conocía bastante a profundidad cada efímero pensamiento de mis personajes, era natural, pero no lograba recordar con exactitud ciertos tramos de la historia, lo que sí tuve presente a cada tramo y palabra, fue que Ariadne, la hermosa y fragil princesa santa... iba a llorar sangre y a sufrir como si le estuvieran arrancando pedazos de piel del cuerpo de una forma tortuosamente lenta. Quizás era mi deber pagar por todo lo que iba a pasar simplemente por mi deseo de hacerla sufrir.
Por supuesto pensé que la ficcion era simplemente eso, jamás fue mi intención hacer miserable a ninguna persona, y quizás si lo hicé, tan sólo tal vez si creé un universo donde el alma que deposité fue torturada conforme ordenaba ciegamente. Me sentia sucia pero de una forma en que me hacia reír amargamente. Independiente de si tuviera un padre que me amara, mi vida no fue dulce como los caramelos, y en el afán de demostrar lo mas amargo y retorcido de un humano cree a Nikolai.
Como una mujer libre, joven y coqueta hubieron hombre que me destrozaron en cuerpo y alma de forma irreversible, transtornaron mi mente por sus abusos violentos y salvajes, de cada uno de ellos obtuve una forma de que Nikolai fuese un hombre con un alma oscura retorcida. No era un buen hombre, ni siquiera podia considerarse que tenia el sentido humano de ser indiferente ante todo, simplemente quería monopolizar cada cosa buena egoístamente.
Metí cada lágrima y sangre en ese jodido hombre, hubo veces en que queria hacer que sufriera pero me abstenía ya que de hecho él estaba en el poder, eso era lo peor quizas, como queria reflejar algo real, debia de hacerlo de la forma "común", en donde el mas poderoso tiende a ser el más corrompido e intocable. Fue masoquista de mi parte, necesitaba hacerlo pero era ridículo. Ariadne por otro lado, ah... era la presa perfecta, el personaje más hermoso pero tan delicado que podrias romperlo con el rozar de un dedo, y así fue, se rompió poco a poco, la retorcieron a tal punto en que debia de ser encerrada para no acabar con su vida. La hice probar el sabor amargo del odio que alguna vez yo tuve en mi garganta.
En pocas palabras, Lágrimas de oro fue creado para mostrar la perversión de una manera cruda y "realista", no era una novela dulce, era amarga, dura, en esa novela la protagonista no caería en el sindrome de Estocolmo y el protagonista no cambiaría su sadismo simplemente porqué "ella era tan dulce que me enamoró cambiando cada mísera parte de mí oscuro ser".
No.
Nikolai era asqueroso y retorcido.
Ariadne era débil y pura.
Él se obsesionó y la rompió.
Ella lo odió por eso.
Eso nunca fue amor.
No podía esperar que con ese sentimiento de obsesión pura él de repente superará cada trauma que lo destrozó como ser humano. Y nadie le podría exigir a Ariadne que ame al hombre que la hizo añicos y resumió a algo más inferior que un trozo de basura.
Observé el indiferente rostro de una niña. Papá se había tomado un dia libre después de trabajar como esclavo para el Imperio. Dormía placidamente en una enorme cama que instaló en la habitación nuestra, a mis espaldas, mientras yo me sentaba frente al tocador. Fue difícil hacer que el secretario ordenará no interrumpir en la habitacion con las escasas palabras que podia pronunciar correctamente. Astrid dormía al lado de papá con calma acurrucandose a un costado, era una escena que podria hacer explotar a corazones jóvenes. Me estremecí observándome en el espejo. El cabello blanco se veia suave y hermoso como finos hilos de jade blanco, la piel de un tono claro se observaba de textura tersa igualando el terciopelo, mi nariz diminuta era delicada y ligeramente respingada, poseía ojos grandes de un tono plata blanquecino que pareciera mostrar la esencia de lo puro e inocente, inclusive los labios rojos tendian a parecer de un tono cereza delicioso que llamaba la atención a cualquiera que lo mirase.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...