Velo.
Si tengo que conseguir algo lo hago bajo todos los medios posibles, aún si era derramando sangre, o siendo un sucio juguete. Pero me equivocaba, y de forma constante. Miré al niño que se quedó abrazado a mí hasta el amanecer. Estaba preocupado y perdido en sentimientos que ni yo podría resolver. ¿Qué tan difícil habría sido para él escuchar para él lo que dije? ¿Qué tanto había dolido? Seguía de esa forma después de cuatro noches.
Me levanté más temprano que nadie, yendo a otra habitación para arreglarme. Los preparativos fueron tan rápidos que podría irme en cinco segundos o hasta cuándo quisiese. Insistí en solo llevar a Zakya y su escuadrón, no había persona que pudiera protegerme más que él. Me apresure, estaba segura que Zakya había sido informado de que estaba lista cuando corrí al carruaje. Se supone que en dos horas saldría, pero no quería despedirlos.
Tenía el miedo de no volver.
-Me quiero ir ya.
Ordené a los caballeros cuando corrí hacia el carruaje. Todo mí equipaje estaba ya en el transporte desde la noche anterior.
-Su Majestad quiere despedirla, Su Alteza el Duque y los principes tambien.
No quería seguir llenando mí boca de veneno con algo tan sensible para mí familia como la muerte de mi madre. Me aferré a la mano de Zakya.
-Llévame, por favor.
Sabía que mí padre ya había informado a todo el palacio de mí viaje, no habría mayor problemas si el comandante en jefe decidió adelantarlo. Podría responsabilizarme de todo.
-Lo que ordene, su Alteza.
Eso fue suficiente para en un segundo estar sentada en el precioso carruaje imperial que solo lo podía utilizar el emperador, y ahora yo. Me senté en silencio. Erqn dos días en carruaje hasta Karax. Dos días en los que podría planear una táctica por la cual salir de ahí muy pronto y fácil. El único pedido que tenía era que nunca volviera a contactarme otra vez, tan sólo eso.
~¤~¤~¤~
Había algo que llamó la atención de Nikolai cuando fue a la celebración por las uniones continentales en Paraz, fue que había una princesa llamada la mayor bendición del imperio, una que sólo sería presentada en esa ceremonia ante la sociedad. Miles de rumores recorrían hacía ella, como si había sido realmente un ángel o tan solo la hija preferida del emperador. Fue denominada perfecta y delicada, parecía a su madre. Pero si el poder de Ariadne lo había hecho tener cierto interés en verla, al fijar sus ojos por primera vez en aquel salón como la figura más importante, fue una obsesión inmediata. Una apariencia que te hacía querer poseerla al instante, una condena mortal.
En ese salón, por más genio y poderoso que fuese, nadie se atrevía a dirigirse hacia él, sólo ella, la princesa Ariadne se aproximó con una sonrisa humilde y suave. Le recordó a su madre, igual de ingenua y estúpida a veces. Ella lo saludó con amabilidad y él no pudo evitar pensar que tan bello sería escuchar su llanto con esa voz melodiosa.
El encuentro de ambos, tanto de la anterior Ariadne como de Nikolai me pareció abrumador de escribir.
Ser hermosa y tan bendita fue lo que hizo en primer lugar que fuese un objetivo. Entonces necesitaba por lo menos ocultar mí belleza de ese horrible ser, ya que ya conocía mí bendición sería un caso perdido hacerme la estúpida al respecto.
-Prin-princesa, ¿por qué lleva un velo?
Temblaba de lo nervioso que estaba. El velo que cubría mí rostro era un color rojo sangre, sabía que en Paraz era un signo de luto, en rojo, un signo de resistencia, pero un niño de Karax muy raramente estaría educado en la etiqueta de mí Imperio, mucho menos le tomaría mayor importancia a eso. Solo necesitaba el velo para cubrir mí rostro.
ESTÁS LEYENDO
Depredador. [+18]
Roman d'amourNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...