Enemigo.
Camine a una distancia prudente, vigilando sus pasos con cautela. Tome en cuenta que el comandante podía arrastrar a un hombre del cuello sin molestias.
Era evidente la falta de comunicación, como así también, la inexistente indiferencia, porque desde un punto de vista ajeno se podía notar con facilidad las expresiones que mostraban ambos hombres. Desde el príncipe que parecía evitar ver la sangre descendiendo de la mano de Halev, y Halev apretando sus labios como si hubiera alguna molestia en él.
Mi mirada era analítica, cautelosa. Me sentía al acecho de por mientras, tanteando terreno. ¿Qué tanto se podía confiar en Asteritas Shalie? Sin duda representaba un enigma en cuanto a la princesa se trataba. Un hombre agresivo y cruel, que difería bastante del hermano fiel que seguía a Ariadne como si fuese un perro. No era indistinto a los comentarios de la sociedad que lo rodeaban. Amor impuro, deseo manchado, pocas veces se cotilleaba de forma tan escandalosa y polémica. Y al ver su agresividad hacia mí, llegué a pensar que podría ser verdad que un hombre así fuese así de corrupto como para desear lo prohibido.
—No están.
Fue lo primero que dijo Sir Halev al ver el desprendimiento de tierra al otro lado de la base, que había sido destruida y no había más que cuerpos y tierra. Apreté mis labios. Para colmo, empezaban a sentirse los relámpagos sonar. Me di media vuelta, los tres sabíamos que la noche iba a ser malditamente larga, y entre ambos, yo por lo menos no iba a pegar un ojo.
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La situación era bastante tensa, los tres habíamos tenido que aislarnos en una cueva como refugio. Era una vigilancia mutua, pero silenciosa. Toque algo suave y lo saque sin reservas. Parece que me habia olvidado uno de sus listones en mi bolsillo, probablemente agarrado a proposito en un acto estúpido de adoración.
—¿Tiene hermanas menores, Marques?
Me preguntó la voz gruñona y grave de un hombre que ya me parecía del todo algún tipo de animal salvaje.
—No.
Dije con simpleza guardando el listón que miraba recelosamente, como si lo hubiera reconocido.
—Entonces me imagino que tendrá gustos muy particulares.
Su enfado era evidente, casi que infantil diría. Lo mire sin pizca de gracia ni tampoco hostilidad en realidad.
—Si quiere que admita de quien es este listón, lo sabe perfectamente.
Tampoco tengo miedo de ocultarle la realidad que la propia princesa ha confesado ante él. Zakya Halev me miró con profunda agresividad y desconfianza, sin duda era un hombre digno de ser llamado bestial.
—¿Y de quién es?
Pero estaba en un nido de serpientes, y el mayor de los peligros no sería Halev, si no el príncipe que interrumpió con una voz profundamente seria y una mirada que quería acuchillar. Iba a abrir mi boca para responder.
—De nadie, Su Alteza.
Pero la voz tajante de Sir Halev intervino de forma contundente, como si marcara un límite. Lo mire unos segundos. ¿Qué pasaría si digo la verdad? ¿Por qué incluso Halev intentaba intervenir? Por lo único que lo he visto moverse fue por ella, así que asumo que no será agradable para Ariadne si Asteritas lo sabe.
—Sí, sólo una amistad en común que poseemos.
Menti con descaro con un tono bastante indiscreto. ¿Qué idiota se creeria esto de todos modos? Su mirada que eran como puñales filosos no se veían para nada inocentes, pensé que probablemente se imaginaba 100 formas diferentes las cuales podía matarme.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...