[D] Capítulo 47: Seguridad.

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Seguridad.

Mi cara estaba hinchada, la zona de los ojos se notaba un ligero color rojizo. Ah, me veia exactamente como una débil mujer que habia pasado toda la noche llorando, y eso en este momento que deberia celebrar no me gustaba en lo más mínimo.

—Traigan hielo y paños, por favor…

Podía por lo menos intentar rebajar un poco la rojez de mis ojos y lo inflamado. Las sirvientas obedecieron mi orden tratando con cautela y seriedad, estaban tan profundamente calladas que parecían muñecas.

—Oh, este es un rostro nada lindo.

Dije miradome al espejo. No diria que me veia fea, pero si lucia como si fuese a romper en llanto en cualquier instante.

—Se ve preciosa como siempre, Alteza.

Alabaron mientras refrescaban mi piel para bajar la hinchazón.

—Tenemos todo preparado para que se arregle lo más rápido posible, ya que nos han llegado noticias de que los caballeros ya cruzaron los limites.

Mi corazón empezó a latir frenético.

—¿Cómo pudieron llegar tan pronto?

Pregunté inquieta y emocionada.

—Parece que no han tomado descanso.

Perxia era un país aislado aunque no alejado de Paraz, pero esperaba más tiempo para verlos. Decidí dejarme alistar.

—Los soldados estan entusiasmados por volver a ver a su comandante por lo que estan asistiendo a los sirvientes en el transporte de los últimos arreglos para el banquete, Alteza.

Sonreí suavemente. Quiero abrazar a mi guardia, sentirme más segura que nadie.

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La hinchazón había bajado pero no lo suficiente para no mostrar que había llorado, mi rostro era muy sensible a pesar de que solo fueron unas cuantas lágrimas. Me había preparado lo suficientemente linda para sentirme particularmente encantadora hoy. Me motive a ir al salon viendo los ultimos detalles. Aún calculaba faltarían unas horas para que llegaran al palacio.

—Sus regalos estan listos.

Me había esforzado demasiado, podia decir que no era el único porque he creado con el mago de palacio unos más para el resto de mi familia, pero si serian los primeros en ver la luz al imperio, era un regalo demasiado grande y que tarde años en hacer porque no estaban planeados para ser un regalo para esta ocasión, aunque me sentía contenta de que llegaron a estar antes. Me sentía exhausta pues no todos los días se hacía algo similar.

—Cuida esos obsequios con tu vida.

Mire fijamente a la sirvienta mientras asentía con seguridad y fervor por la encomienda. Disfrazaba mi nerviosismo y ansiedad con una mirada tranquila a la par que paseaba por los pasillos.

—Espero se este alimentando bien, Sra. Dorotea.

Sonreí con amabilidad a la buena señora de la limpieza que siempre veía desde niña.

—Como siempre, princesa.

Su mirada era muy dulce y amorosa tal cual una mujer que observaba con ojos de madre a todo mundo, era muy apreciada entre las doncellas. Casualmente siempre intentaba hablar con las personas a mi servicio y ella era una de ellas.

—Luce muy ansiosa, Alteza, procure comer algo dulce para relajar los nervios. Todos estamos igual de emocionados que usted por tener de vuelta a nuestra gente.

Asentí mientras me tomaba las manos. Solía temer una extraña calidez en tan solo un pequeño acto.

—Aún hay rastros de la noche anterior en su rostro, pero se ve hermosa aun asi, por favor sonría.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora