[D] Capítulo 33: Límites.

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Límites.

Había enviado varias cartas en la noche, incluido al príncipe Asteritas que jamás me contestó, Zakya que solía responderme de manera muy rápida y a Nikolai que ni siquiera sabía que tanto estaba dispuesto a seguir mis demandas. Puedo entregar mi cuerpo, también abrir las piernas si es necesario. Ladee mí rostro. Sinceramente espere en algún momento de forma silenciosa el comprometerme por contrato con algún hombre, pero cada vez mí situación era enredada y ya no sería beneficioso atarme a tan solo uno de ellos.

Relami mis labios. Tenía mucho que hacer para hacerme dueña de mí destino y vida. La ansiedad me hacía sentir que en cualquier instante no importa si hago mucho o poco todo se me quitará nuevamente. Mí encierro no duro tanto por la misma razón, me sentía ansiosa encerrada. Ordené que las puertas se abrieran pero al mismo tiempo no permití que ellos me vieran otra vez. Esperaba la respuesta de Nikolai, como un salvavidas momentáneo. Me encargue de empezar los preparativos para ir a Karax, pero prefería esperar a poder traer a Asteritas aquí.

Pase recto por el Palacio. Era la mujer de la familia, la que se hacía cargo del palacio desde que tuvo la suficiente edad para hacerlo, y sabía que no importa que tanto intenten hacerme caer yo podía con ello. Me senté en mí oficina y empecé a mandar a diestra y siniestra;

—Oficialmente armaré una fiesta en mí Palacio.

La noticia asombro pues nunca había sido una anfitriona como cualquier mujer de la alta sociedad. Abiertamente ofrecía mí mano para alianzas. 

—Su Alteza, el Emperador no estará muy contento por esto.

Apenas la doncella joven y recién contratada habló pude notar que su jefa quiso callarla. La miré, pude ver qué notó la tensión.

—Estás despedida.

La jefa de las doncellas que conocía un poco del historial de quién osaba ofenderme se adelantó ante que yo. Ese era el poder que tenia que ejercer, uno invisible que no derrumbaba mí imagen santa ante nadie. Ignoré los chillidos de esa mujer pidiendo una segunda oportunidad mientras organizaba mí celebración. 

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Me dolía la cabeza de armar todo lo necesario para la reunión, y de dar órdenes. Cuando la doncella entro por quinta vez a mí oficina esperaba que fuese para tener que rechazar a alguno de mis familiares otra vez pero en cambio me dijo algo más interesante;

—El señor Kassiel Verdem está esperando, Su Alteza.

El temblar de su voz me hizo anticipar que no se iría. Había un trato implícito entre ambos que siempre tuvimos, este implicaba que jamás se expondría ni a él ni a nuestra relación delante de la familia Imperial. No quería atarme a él aún, ni que ahuyentara a los hombres a mí alrededor. Fruncí mí ceño. Temía que si no lo dejaba pasar hiciera un escándalo.

—Hazlo entrar.

Me preparé. Era un hombre que era muy inteligente y frío, era del tipo que te hacía temblar las piernas. Mantuve mí rostro tranquilo pareciendo fría. Siempre podría ser una perra cruel con él porque ya sabía cómo manejaba mis asuntos en la intimidad. Cuando entro con un traje borgoña y su cabello bien peinado rubio junto a sus ojos fríos verdes tuve que enderezarme.

—Verdem.

No solíamos mencionar nuestros nombres salvo estuviéramos a solas pero ahora necesitaba marcar una línea. Avanzó sin mirar atrás y se sentó frente a mí escritorio con seguridad. Habíamos compartido varias noches aquí después de todo.

—Se que estás enojada pero veo bastante infantil arriesgarlo todo tan solo por el berrinche.

Cuando se salía de sus cabales era bastante duro y represivo como si fuera mí padre y eso me molestaba aún más. Estaba demasiado acostumbrado a su poder.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora