[D] Capítulo 03: Inclinense.

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Inclinense.

El emperador Karlo Terrant Shalie I no fue un hombre incapaz, era diligente y serio como el prototipo de Emperador modelo que mantenia su dignidad por lo alto frente a los ojos de sus súbitos. Subió al trono como único heredero después de la muerte de sus padres en un ataque al Palacio y gobernó tranquilamente al lado de Ivonne Seraphine Lailo de Shalie, la emperatriz, una mujer que crecio mano a mano con el Emperador desde que se comprometieron a la edad de 2 años, compartieron cartas mutuamente hasta que llegó su mayoria de edad donde se enamoraron a primera vista. Si había algo que Karlo amó fue a Yvonne, la amó de una manera desgarradora, y tal solo aumento cuando vio a su hija.

Era perfecta.

Tenía su sangre, formaba parte de él, a la vez que poseía las características mas hermosas de Yvonne su amada Yvonne, pero Ariadne era mas frágil y pequeña, su belleza era algo que podia hacer caer continentes, él que perdió a su Emperatriz, dedicó su corazón a su hija y se rindió a sus pies de forma sincera. No era un hombre por naturaleza obsesivo, no, era sumiso y protector con ella, hasta el punto en que se podia decir que si esa niña mandaba a matar a un clan noble sin justificación alguna, Karlo le pondria pecados a su nombre y cortaría su cabeza.

-Papá...

Cuando Ariadne le miraba podía sentir su pecho enternecer, muchas personas podian afirmar que los ojos de Karlo brillaban y se derretian con sólo tener contacto con ella, aunque las pocas personas que pudieron ver a la princesa en persona dijeran eso, todos se estremecian al ver su débil cuerpo hablar, era un hada que caminaba como un ser que no debiese de haber existido.

-¿Me dejarias por favor...?

Ella conocía muy bien las limitaciones que suponía ser una princesa tan sobreprotegida. Se aferró a las piernas de su padre con su suave suspiro que endulzo los oidos de quien la escuchara.

-Uhm... claro, sí...

Las palabras fluyeron sin muchas restricciones aunque la garganta le ardió por permitir aquello. Pensaba que si ella salia y era tocada por la horrible sociedad, se rompería, porque su hija era débil y fue rodeada sólo de cosas suaves que no podían provocarle nada. Una pequeña princesa criada para sólo ser feliz.

-¡Gracias, papá!

La repentina felicidad que vislumbró apaciguó su corazón afligido que no podia contener sus pensamientos.

-Papá me ama así que sólo me enviará con el comandante. ¿No? Los caballeros imperiales son muchos y van a asustar a las damas.

La niña poseía un habla suspicaz y manejaba bien a su padre para que se no se excediera..

-Este bien, cariño, haré lo que pidas...

Suspiró pesadamente, se sentía mucho más inquieto consigo mismo pero era mejor ceder a probar ir contra su propio deseo de complacer a Ariadne. La princesa sonrió brillantemente besando a su papá y huyendo como si hubiese hecho alguna travesura. Sentado en su escritorio pasó una mano por su rostro. El Emperador apenas iba a cumplir sus 31 años pero se veía joven y guapo, lo suficiente como para pensar que era el tipo ideal para esposo, pero en esos momentos la imagen que daba era de un hombre cansado. Levantó su mano con una campana que dió un sonido agudo y algo peculiar, al instante guardias aparecieron por la puerta al ser llamados.

-Una vez que la princesa pise afuera del palacio imperial principal, siganla, tienen libertad de amonestar e intimidar a todo aquél que la moleste de algún modo.

La orden secreta del Emperador asintió y se dirigió con rapidez a preparar todo.

》Después de todo, nunca dijo que no podia enviarle a la orden secreta.《

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora