[D] Capítulo 45: Enigma.

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Enigma.

Es difícil complacer a una persona, realmente dificil, y no por como hacerlo, eso era tan simple como pensar en que es lo que esa persona quiere y espera incluso con las cosas que ni siquiera la misma persona sabe que anhela, pero lo complicado es tener la voluntad para hacerlo. Las personas están compuestas por una multiplicidad de complejos problemas y necesidades de las cuales satisfacer. Esmael no era diferente por supuesto y era un tanto enmarañado descifrar que desea ese santo que no conozco. Parece justo, humilde, dedicado y correcto pero la distancia entre lo que parece y como es puede ser muy extensa.

¿Qué quiere de mí?

Hasta el momento que sepa nada, la que lo busca soy yo y él responde cordialmente porque cree que soy una santa admirable. No soy eso ni pienso serlo realmente. Me arregle de forma inocente y sin mucha excentricidad para cumplir su expectativa y fascinarlo un poco. Es mejor si baja la guardia.

—¿Crees que este le gustará más o el blanco?

Coloque dos collares en mi pecho buscando la opinion de la sirvienta quien parece más interesada por el más humilde, era inteligente.

—Él ya esta en la sala.

Fije mis últimos detalles y salí rapido. Llegó a tiempo, no, llego muy temprano. Me preocupe por verme algo nerviosa por ir hacia él. 

—¡Lamento mucho la tardanza!

Sus manos se removieron nerviosas en su lugar al verme.

—No, por favor, yo vine temprano para no hacerla esperar…

La sonrisa torpe la lucia linda. Me fije en su cuello y no había nada. Me senté frente a él pidiendo su te. En sus manos traía una caja que ya reconocía por el logo de mi línea de joyas.

—Venía también a devolverle su regalo.

Mire con angustia hacia él.

—¿No le gustó? Puedo cambiarlo por algo más acorde…

Mi voz temblaba.

—¡No! —tuvo que volver a regular su voz al alzarla de pronto y fuerte—. No, es hermoso y me fascina.

—¿Entonces…?

Un rubor llego hasta sus orejas al verme.

—Es mucho para mi, si quiere puedo darle aunque sea una parte de su precio.

Reí suavemente. En parte me parecia adorable porque dudaba mucho que la iglesia le pagará correctamente con lo ingenuo que era, y eso valía lo que un terreno en la capital.

—Descuida, Farheid me pertenece y es tan solo un regalo que creo ira bien en ti. Por favor, aunque sea pruebalo.

Resignado y con manos temblorosas sacó la cruz de oro y diamantes de la caja para colocarlo en su cuello. Era algo ostentoso pero se veía bien en él, tampoco era vulgar ni excéntrico.

—Woah, se ve tan bien.

Sonrei encantada juntando mis manos en frente de mi rostro con brillo en los ojos. Parecía muy avergonzado mientras acariciaba el regalo.

—No creo que pueda igualar mi regalo a lo que usted me da.

—Tu compañía es suficiente.

—...

El silencio fue algo que me inquieto pues ya habiamos acordado llegar a una amistad, pensé que era un avance.

—¿Hice algo mal?¿Te hice enojar? Si es por lo de la ultima vez yo-

Parpadee algo estupefacta cuando me miro angustiado. Se veía muy joven con ese rostro y esa mirada clara. Se me daba bien fingir ansiedad, torpeza e inocencia.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora