[D] Capítulo 54: Abajo.

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Abajo.

Han pasado días en los que he ido a la iglesia, huyendo constantemente de Verdem, sus cartas, su sola presencia. Esa noche logré levantarme y deshacerme de sus brazos mientras él descansaba y huí de él, como una cobarde mande a Zakya para que lo despachara a su marquesado y él no pudo hacer nada contra eso. Nadie me atrapó, ni siquiera Arcos que vino a dejarme los papeles de la misión pudo detectar lo que había pasado. Por lo menos tenía el descaro suficiente para fingir que no me pasa nada, que no siento nada aunque sea mentira. Mi cabeza, mi cuerpo, y una parte remota de mis sentimientos seguían envueltos en ese hombre.

Que estúpida era, Delice mismo me había advertido de repetir y he aquí otra consecuencia de no hacerle caso. Me levanté y cambié para rezar un día más hacia la iglesia. Mi cuerpo seguía teniendo arañazos y marcas de su presencia en esa noche que me tomó cuantas veces quiso. Tape todo y me fui. Necesitaba un hombre, esa era la forma en la que siempre me quite a las personas de la cabeza, excepto a uno por supuesto, pero Kassiel y Delice no eran igual.

—Me gusta que hayas ganado confianza, eso es bueno.

Felicite a Zakya que había empezado a demostrar cada vez más su posición al lado mío, sospeche que era un consejo que podría haberle dado mi padre o Arcs. Baje del carruaje y apenas lo hice pude darme cuenta que hoy particularmente seria distinto. Para empezar, un hombre de túnica blanca estaba en la entrada. Me aproximé a él.

—Bienvenida, Alteza, nos enternece saber que ha estado tan interesada en Dios de nuevo. Lamento el retraso en venir a recibirla, soy el sacerdote encargado de esta iglesia, Veron Quinte.

Desde el primer día se que supo de mi presencia pero solo hasta ahora decidió venir, seguramente por orgullo. De todos modos fingí no saber.

—Descuide su santidad, yo misma no he querido llamar demasiado la atención pues solo vengo a rezar ahora que he tenido más libertad.

Mi independencia debería ser de interés para este lugar. Mirenlo, se veía casi que ingenuo pero guardaba una oscuridad segura.

—Ahora que me encuentro ante su santidad quisiera poder preguntar sobre una persona…

Pude saber que él ya esperaba esto por la falta de sorpresa en su rostro. Me adelante a presionarlo.

—Quisiera dejar las viejas asperezas, por esta persona que me mostró la bondad de las personas que están en la institución.

Mi rostro era muy inocente, mi manera de actuar era igual, por eso era bastante difícil desconfiar de mi.

—Lo veo, su disciplina al venir aquí es prueba de ello. ¿Cuál es la persona que la hizo pensar así?

Estaba probándome ciertamente.

—Mi benefactor, Esmael Icarde.

Es aquí donde empezaba la persecución que me llevaría hasta Esmael. El sacerdote me dirigió hasta lo más parecido a un despacho que tenía, ordene a los guardias que se mantuvieran afuera, como muestra de buena voluntad.

—El santo Esmael es una figura muy reciente en la capital, fue una sorpresa su relación con la princesa.

Me asombré.

—¿Relación? Yo sin duda no puedo alegar tanto sobre ello. Creo que he perseguido al santo más que relacionarme a el

Reí nerviosamente.

—Bueno, el santo ha sido muy famoso y perseguido entre las señoritas, no me extrañaría que usted también lo notara.

Por ello había venido a esta iglesia, porque era lo suficientemente grande para ser administrada por alguien importante pero no tan hermosa o cercana a la capital para que se lo encargaran a una persona capacitada. Este señor era sin duda el caso, pues estaba siendo muy atrevido con la realeza, incluso me atrevería a decir que me subestimaba.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora