Tira y afloja.
Maldito sea el momento en que fijé mis ojos en Kassiel Verdem, en que tuve esos pensamientos sobre él y tome su mano. Porque ahora estaba como una idiota escabullendome en su habitación y limpiando su cuerpo, como una imbecil, tal cual esas esposas que se encargan de los soldados de guerra heridos. ¡Yo ni siquiera era su prometida! ¡Era una princesa!
—Te matare en cuanto abras los ojos, ¿Cómo permitiste que te hirieran tanto? No eres inútil, eres uno de los mejores con la espada del imperio y aun así te encuentras de este modo.
Gruñí mientras terminaba de secarlo. Aun asi tuve la osadia de besar sus labios. Porque me gustaba, me gustaba más de lo que podía admitir y aceptar.
—Vaya, creí que seguirías regañandome.
La ronca voz de Kassiel me hizo apartarme de pronto.
—Jodido imbécil.
Pocas veces insultaba en realidad y por ello Kassiel abrió los ojos al verme enojada.
—¿Cómo te atreves a bromear después de lo que pasó? Permitiste que te trataran de ese modo todo este tiempo.
—Oh, te refieres a esa mujer. ¿Dónde estamos?
Miró a su alrededor desorientado.
—No me esquives, habla correctamente porque creeme que fui piadosa al encerrarla y no matarla allí mismo.
Sus ojos me miraron clavándose en mi expresión. Incluso elevó su mano y tocó las arrugas en mi frente.
—Me alegra que te preocupes aunque sea un poco por mi.
Al instante que dijo aquello aparte mi rostro de su tacto, avergonzada.
—Incluso yo tengo corazón.
Suspiró acomodándose y tanteando su pecho.
—Te he curado en parte yo y en parte Sir Bonafide, no he podido hacerlo por completo.
En cuanto mencioné lo último me miro.
—¿Que te ha pasado?
—Nada, solo fui afectada en el atentado y sigo recuperándome.
—Debí haber ido más rápido.
La furia y oscuridad en sus ojos me hizo asustar de cierta forma y algo encajó a la perfección.
—¿Terminaste tan herido por ser descuidado en el combate al intentar buscarme, Kassiel?
Y su nula respuesta para mi fue una afirmativa. Quería enojarme pero era imposible. Simplemente me quedé en silencio tomando su mano.
—Fui estúpida y me tomaron desprevenida con Flor de brujos.
Cada palabra que decia parecia enojarlo aun mas.
—Pero ya no importa, estoy bien y a salvo
Acomoda la sabana.
—Estamos en El dorado.
—Pensé que era una leyenda.
Era tratada como una para los nobles del imperio ya que nunca se hablaba de ella y era tabú en el palacio. Después de todo se creó para mi seguridad.
—Tuve que implorarle a Astrid que me ayudase a traerte y Sir Bonafide se quedo en el marquesado para avisarme de algún altercado.
Pareció incomodo.
—¿Él te llevó al marquesado?
Preguntó ronco.
—No, no intentes culparlo, fui a buscarte porque me parecía muy sospechosa tu actitud después del atentado de no querer salir, no eras tú.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...