[D] Capítulo 22: Quiebre.

1K 116 2
                                    

Quiebre.

Papá era demasiado bueno como para tener que saber las cosas que hacía su hija a escondidas. Era un profesor muy renombrado pero sabía que estabamos solos en el mundo como para fiarme de eso, él sólo era un profesor y yo debía de escalar más alto si quería proteger a mí familia. Mamá murió apenas nací, así que su familia se enojo lo suficiente para querer hacer imposible tanto la vida de su pareja como yo, su única hija. ¿Quién competiría con unos políticos importantes tan enfurecidos? Quizá era porque de por si odiaban al pobre diablo que les había robado a su princesa, su hija menor, o tan solo no podían superar su muerte.

—Como imaginaba, a pesar de tener poca destreza en servir, tu rostro y cuerpo es útil.

El hombre mayor que sujeto mí rostro como si fuera exhibición era un importante miembro del comité de jurados en la nación, un muy buen amigo del jefe de la empresa para la que trabajaba como secretaria en pasantías. No llame su atención a adrede, para ser honesta aún le tenía cierto miedo a las personas de tan alto estatus como él, porque con tanto poder yo era insignificante.

—Es un gusto ser de su agrado.

Mí voz temblaba. Realmente estaba aterrada por haber sido llevada como acompañante. ¿Qué era esto? Había venido a trabajar y de pronto me encontraba en un salón con un vestido ceñido al cuerpo. No pude negarme, debía de ganarme un favor aunque sea, y más allá de eso estaba segura que me despedirían si no lo hacía. Luché muy duro para estar en esta empresa como para dejarlo ahí.

—Ven, tenemos que lucirte hoy.

Su mano vieja en la parte baja de mí espalda me hizo encogerme.

Poco sabía lo que iba a pasar. No debí de obedecer cada una de sus palabras y probar de ese vino. Solo pude saber qué sucedía cuando Delice me encontró. No sabía en qué momento uno de los guardias del motel había atendido mí celular y contestado a Delice. Solo sé que él tuvo que ir a buscarme desnuda, golpeada y llena de semen en un costoso lugar en el que nadie quería admitir quién me había hecho todo eso. No importa que tanto golpeo a los hombres, lo que les grito que se fueran mientras me tapaba con las sábanas y me envolvía entre sus brazos con cuidado.

Él me arropó y protegió esos días, incluso cuando ni siquiera mí padre sabía que pasaba. Delice sabía la humillación que sentí, el miedo y la vergüenza que me consumió, y me aislo de todo. Jamás se lo dijimos a mí padre.

Encontró a los culpables años después cuando ambos habíamos avanzado en la vida y teníamos el suficiente poder para enfrentarlos. No me avergonzó decir que disfrute romper toda su máscara, tampoco ver la furia de mí amigo ir hacia ellos mientras me apoyaba.

Era mí amigo.

Era el amor de mí vida.

~¤~¤~¤~

Abrí mis ojos en medio de la noche. Solo había sido un recuerdo borroso de uno de los sucesos más horribles de mí vida. Extrañaba su calor, su olor, verlo. Extendí mí mano hasta tocar al hombre sentado al lado de mí cama. Llegue temblando a la habitación y con un ligero corte en el cuello que tan sólo por milímetros no derramo sangre. El bastardo ese había sido muy meticuloso en el contrato.

—Zakya.

Hace tiempo estaba despierto pero no había querido separarse de mí. Tenia miedo, estaba tan alerta que no se despegaba de mí más allá en los casos que se tenía que encargar de lo relacionado a Makaria. Me aferré a su mano.

—Sabes, te pareces mucho a un hombre que conocí. Creo que de estar aquí, serían muy buenos amigos.

A Delice le gustaba la dedicación y disciplina, aunque entendía bien la burguesía, no le parecía en lo más mínimo apreciable. Una persona como Zakya hubiera sido admirado y elogiado por mí amigo.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora