[D] Capítulo 31: Derrumbe.

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Derrumbe. 

De forma tonta fui tan estúpida como para terminar haciendo lo que por tanto tiempo negué. Era tan ridículo debilitar mí espíritu porque él estaba yéndose del camino de rosas que cree para su destino. Sentí el sabor metálico entre mis labios, era un gusto muy agridulce por la situación.

—No puedo seguir fingiendo que soy bueno, Aria. He llevado varios años siguiendo tus órdenes y yendo por el rumbo de esta familia… pero ya no quiero.

Tan simple, ja. Era tan indiferente con una nula expresión que quise golpear su mano sosteniendo mi cara. Lo miré de forma salvaje, sin contenciones. 

—¿Así que por eso vas a tirar todo mí esfuerzo de años a la basura? ¿Por un capricho? 

He arriesgado mí futuro por él, pero nada de eso era valorado. No iba a derramar una sola lágrima por un mal agradecido así que me obligue a ser firme en mis convicciones, a actuar por enojo y no por tristeza.

—Es el resultado de años de adiestramiento.

Jamás lo he educado de esa forma, de tratarlo como un perro lo haría dormir en el pasto, pero a diferencia de eso le he brindado educación y prestigio. Aparte su mano de mí piel con recelo, eso lo hirió pero ni siquiera lo dude.

—Ahora yo soy la nena que trajo un perro a casa. A sabiendas que ibas a morder mí mano hubiera traído uno de verdad en vez de-

Tuve que detenerme porque no quería hacerlo, realmente era incapaz de decirlo. Mis ojos ardieron pero levanté mí mentón. 

Maldita sea, me está dejando.

—Si solo soy una niña que quiere controlarte, no te hubiera dado tanto. Pero de todos modos, si quieres salir de mí control entonces te hubieras ido, no tengo necesidad de seguirte.

Sus ojos se oscurecieron. Era un debate entre una persona herida y otra atacante. Estuve muy orgullosa de él, pensando ingenuamente que podríamos seguir así.

—No hables así.

Tomó mis brazos, intenté sacarme de su agarre pero era firme. Me desesperé porque no iba a permitir que él de tantos hombres me dominará. Me encarceló entre sus brazos apegándose a mí. Mí corazón empezó a acelerarse frenéticamente. Fui incapaz de reconocer si era miedo.

—Ni siquiera sabes lo que tengo en la cabeza, tal vez empieces a odiarme si te lo digo. Sé que soy desechable pero no me tires de este modo… ¿Realmente no me perseguirías?

Ante su pregunta temblé. Si Asteritas se iba por sus propios pies… lo cazaría. Me quedé estática ante el nuevo pensamiento. Era verdad, lo cazaría como un animal para tenerlo sometido. En ese momento juré que si representaba un peligro para mí y mis allegados… lo mataría. 

—Yo te seguiría hasta el fin del mundo.

La afirmación que manifestó fue tan firme que no pude dudarlo. 

—De todos modos actúas como si no te importará lo que hago por ti, ni siquiera el alejarte de mí parece preocuparte.

Sone resentida mientras saboreaba mí sangre en mis labios. Tuve que dejar de apretarlos cuando se quedó quieto viéndolos, me heló la sangre darme cuenta, me quedé estática.

—Me importa más de lo que puedo expresar. Soy tuyo, Aria, por ti es que sigo vivo, eres el ángel que me salvó.

Mis ojos se humedecieron. Me obligue a seguir de pie, a fingir ser fuerte.

—Papá te ama como a otro hijo más, pero todos sabemos que eres capaz de muchas cosas, no eres cualquier hombre. Aunque intente protegerte sigo siendo solo una princesa…

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora