Ruina.
Empecé a darme cuenta pronto que hacer conexiones de una forma retorcida y a escondidas en esta sociedad era más difícil para mí que para cualquier persona, porque todo mundo le tenía miedo a mí familia y lo que harían de saber cuáles eran las intenciones de la gente a mí alrededor. Me admiraban por mí apariencia, pero más allá de alabarme o hablar sobre la bondadosa santa que era, no había ningún tema interesante o importante en sus palabras.
Me aburro rápido, al final, los nobles que se quedaron después del debut eran gente que o estaba muy ocupada para tomar su tiempo en alabar a la princesa y merodeaban demasiado ocupados para siquiera hablar, como Sir Verdem, o no tenía nada que hacer, nada importante en sus manos, por lo tanto no me interesaban.
La ceremonia de Itzain sucedería pronto, el imperio estaba al pendiente de ver qué haría el príncipe sádico para sus dieciocho, por supuesto estaba atado por una correa que mí mano sostenía así que debía comportarse. Mí poder principal yacía en el control de los hombres de este imperio, mientras más descaradamente obedientes fueran conmigo, la gente mayor respeto tendría hacía mí. Por supuesto jamás me avergonzó en ningún aspecto demostrar por lo que tanto he luchado en conseguir, el amor la mayoría de veces no era gratis.
—Su Alteza…
Crucé a Sir Teice en el pasillo, pero no volteé a verlo, como si estuviera pérdida en mis propios pensamientos. No me gustaba la gente que ocultaba tantas cosas útiles a mis manos. Ah, si fuera una mujer… ¿Podría haberlo seducido? Bueno, aún mí cuerpo se está desarrollando, tanto mis pechos, como mis caderas además del resto, la princesa siempre contó con un cuerpo curvilíneo envidiable e inmaculado que te volvía loco de solo verlo. Me sentía como una fruta inmadura para consumir.
—Ni siquiera volteen a ver a ese hombre.
Ordené a mis doncellas que se extrañaron por mí comportamiento. Esperaba que su cabeza se rompiera y volviera a mí rogándome perdón. Quizá para ese entonces lo mirare aunque sea una vez.
Ahora lo único que podía hacer era analizar a los nobles viendo que conexión fructífera podría sacar de ellos. El más prometedor era Verdem, no importa como se lo miré era el hombre del mañana, con mucho esfuerzo sería equiparable a estar por debajo de mí abuelo. Tiene talento, inteligencia y por sobre todo, el linaje para hacer del mundo su patio trasero de juegos. Quiero casarme con ese hombre a futuro, si llego a vivir lo suficiente ser su esposa no me sentaría mal, tendría todo a mí disposición y sería un buen negocio para ambos. Podríamos colocar un contrato entre ambos para que pudiera vivir mis aventuras extramaritales sin mayores consecuencias.
—Su Alteza, en la zona de equitación del Palacio por el repentino abarrote de personas se está utilizando como zona de reunión para importantes capitanes, estará lleno de hombres.
No me importo lo que me decía la doncella pues era mí propósito encontrarme con los príncipes, y los capitanes. De hecho, estaba segura que Verdem estaría ahí, sería beneficioso agradecerle en frente de todos su ayuda hacía mí pretendiendo ser cercanos. Camine recta, a diferencia de muchas señoritas a mí se me permitió ser libre e infantil como una niña desde siempre, y meterme con mis tacones y balanceando mí vestido hacía el pasto no se me hizo difícil, a diferencia de mis damas.
Reí suavemente porque el césped acariciando mis tobillos era suave, y sonreí aún más al encontrar a mis príncipes entre medio de todos esos hombres. Ah, todos eran tan altos y fuertes que apenas podía llegar a la mitad de su pecho. ¿Realmente era tan pequeña? No creo crecer más allá de esta estatura.
—¡Astrid, Itzain!
Era jovial como una jovencita así que hable en voz alta como una niña buscando a otros niños para jugar. Los hombres voltearon observandome de forma inaudita ahí.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...