Damián.
Había una tradición que Yvonne había impuesto en el palacio. Toda la familia debía comer junta. Eso incluía ahora a Asteritas y a Reize. Por mí lado estaba bastante bien a decir verdad. Asteritas… no, Itzain se había apegado tanto a mí que fue solo cuestión de tiempo para que Astrid lo aceptará como había escuchado antes que viniese a mí habitación. Él debía de saber que lo amaba más que a nadie.
—Abuelo, no creo comer tanto.
Sonreí pues Reize estaba cortando mí comida y sirviéndomela con delicadeza. Papá parecía molesto por el Duque, más que nada celoso, y abrazaba a Astrid como reclamandolo suyo.
—Tienes que ser fuerte como tu hermano, Aria.
Astrid e Itzain asintieron estando de acuerdo. Fue ahí cuando Sir Arcos llegó en medio de todo el desastre familiar pálido como un papel. Todos nos quedamos quietos al ver su estado.
—Lle-llegaron propuestas de matrimonio para la princesa desde todo el continente.
Mí abuelo tiró los cubiertos y papá quedó completamente tieso por la noticia. Nunca podré borrarme de la cabeza el lila intenso que parecía fuego que consumiría a Sir Arcos, o los cristales que se volvieron gélidos como el hielo más denso. Por instinto tomé la mano de Astrid que se encontraba a mí lado sentado en las piernas de papá. Pero lo solté cuando noté su rostro. Era una cara sin sentimientos, tan oscura como si viera muerte en ella. Voltee hacía Itzain buscando consuelo pero no era diferente, se veía incluso como su versión adulta.
—Quiero ver mis propuestas.
Necesitaba hacerlo por más aterrador que fuera eso. Salté de un golpe desde las piernas de mí abuelo y corrí hacia Arcos. Fue ahí cuando noté a Zakya quien había estado vigilando la puerta hasta que lo escucho. Su rostro fue de extremo shock con sus ojos ligeramente abiertos. Aproveché para correr hacia él y abrazar sus piernas.
—Vamos.
Murmuré cuando Zakya me alzó entre sus brazos. Quería huir de la tormenta lo más pronto posible.
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La pila de cartas y regalos eran tan inmensos que tuvo que ser trasladado al salón más grande, y aún así seguían transportando más.
—He filtrado los más pequeños y ya los rechace, pero los imperios más grandes siguen siendo un dolor de cabeza…
A pesar de sus años de experiencia no parecía saber bien cómo manejar a toda la familia real. Solo me interesaba una carta. Pero entre tantas propuestas solo me quedaba preguntar.
—¿Karax envió una?
El ambiente se congeló aún más cuando hice esa pregunta.
—A-aria, ahí solo hay un príncipe.
Astrid se apresuró a colocarse a mí lado. Para sostener mis hombros.
—De hecho, sí, fue una de las primeras en llegar.
Lo esperaba así que no emití ningún tipo de reacción en mí rostro. Pero mí corazón por dentro se estaba desgarrando oprimiendo. Tuve que apoyarme en Astrid para no caer. Solo que mencionen el nombre de su Imperio era algo inconcebible.
—Ofrecieron al príncipe Nikolai Dail Xiarax como su futuro esposo.
Miré con frialdad esa carta de color negro y letras doradas. Un Imperio lleno de sangre que estaba decayendo en estos tiempos se atrevía a proponerse ante mí. Astrid fue el primero en gritar al segundo de que Arcos dejara de hablar.
—¡Silencio! ¡Ella no se casará con él!
Levanté mí brazo para detener a Astrid incluso antes que los adultos en esa habitación. Acostumbrados a la calidez que ofrecí, no supieron qué hacer ante mí inexpresivo rostro.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...