Padre del alma.
Quién negaría el poder que poseo. Solo ver el palacio brillando en oro y gemas me hacía perder el aliento por lo ridículamente ostentoso que se hacía. Me mire frente al espejo. Un hermoso vestido perlado lleno de diamantes y diferentes gemas puras se ceñia en mí cuerpo. Era una falda aireada que daba impresión inocente pero con un corse que se acentuaba en mí cintura y resaltaba mis pechos. Después de todo tenía la edad hasta de casarme. La corona diseñada para mí fue colocada en mí cabeza. Era demasiado pesado para mí corazón pensar que todo lo que tenía puesto costaba lo suficiente para vivir con muchas comodidades dos vidas enteras.
—Su Alteza, la están esperando.
Realmente no era de mí costumbre utilizar maquillaje en lo absoluto pero esta ocasión lo requería. La doncella termino de aplicar un ligero brillo en mis labios de un tono rojo y se fue. Me levanté. Realmente se sentía pesado ser la anfitriona. Las puertas de mí habitación se abrieron. Eleve mis ojos hacia ellos. Mis familiares estaban vestidos de gala. ¿Que es esto? ¿El cielo? ¿Por qué hay tantos hombres hermosos a mí alrededor? Mí corazón parecía saltar. Incluso si crías a un niño o eres criado junto a hombres bellos, es inevitable que se te salga el alma ante tanta belleza.
Ellos igual temblaron y se conmovieron ante mí apariencia. Por supuesto, era la protagonista de la novela así que no hay persona más hermosa que yo. Sonreí.
》¿Qué es esa expresión? Cualquiera diría que les estoy robando el corazón.《
—Mi bella princesa.
Papá se aproximo con lágrimas en los ojos cortoneando mí rostro y besando mí frente. Mí abuelo celoso como siempre hizo lo mismo.
—Quien pensaría que tengo una nieta tan hermosa, esto hay que presumirlo.
Mí abuelo amaba con pasión y fervor así que enterarme de que haría un cuadro gigante en todo su territorio creo que no sería algo difícil de imaginar. Suspiré abrazándolos y viendo a mis chicos lucirse. Dios, Itzain… no Asteritas. Mí corazón empezó a latir muy fuerte en mí pecho, como si la emoción lo hiciera sucumbir a su encanto. Era un hombre increíblemente guapo en un traje de pieza a cabeza.
—Mi Aria te ves tan preciosa este día.
Sostuvo mí muñeca adornada por su brazalete y beso mí mano. Alguien debería recordarme que es un niño al que crié a mí conveniencia, y que posee algo de sangre compartida conmigo, porque de otro modo creo que lo vería mal.
—Sin duda, ante la única que deberían arrodillarse hoy.
Susurró Astrid apoderándose de mí otra mano. Por supuesto, Astrid era un nivel alto también, era hermoso con su cabello de plata blanca y ojos afilados de color del diamante. Sonreí abiertamente mientras aceptaba el brazo de mí padre. El escolta a mí otro lado era mí abuelo. Ambos hombres vestían lujosamente ante mí.
—Los regalos son tanto que tuvimos que abrir dos anexos más para honrarte, mí Aria.
Era alguien materialista así que eso me hizo enormemente feliz. Incluso si no muestro mí cara todo el imperio me ama, no porque soy Ariadne por supuesto, si no porque he monopolizado a las grandes potencias del Imperio sin titubear y eso era de saber público.
—Princesa.
Eleve mí vista ante mí caballero que me recibía en la entrada del majestuoso salón. Era el principal, donde nunca había puesto un pie. Zakya vestía con la ropa que le ordene, en su costado estaba la espada que le había regalado. Observé su rostro topandome con unos ojos desorbitados como si no pudiera creer que estaba frente a mí. Parpadeo un par de veces y sonrió.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...