Depredador. [+18]

[D] Capítulo 16: Como una novia.

Como una novia.

No podía, simplemente era algo fuera de mis límites en su totalidad, demasiado horror en mi cuerpo para poder pararme frente a él, tantos años intentando olvidarlo, su voz, sus manos, soñando en que se borraba de mi piel virginal. Imposible borrar lo hecho, lo sabia, una persona como yo no podía ignorarlo, pero estúpidamente guardaba la esperanza necia de que eso se esfumara si lo dejaba escondido en algún rincón donde nadie pudiera encontrarlo. Él lo tocó, lo manipulo y ni siquiera lo sabía pero la guerra que estableció tenía manchas de sangre en ella. Demasiado loco para ser un niño, y a su vez lo suficientemente impulsado por sus emociones para ser digno de ser llamado el emperador. Tenía lo peor de ambos mundos.

—El Palacio de la Emperatriz está muy cerca de aquí.

Una biblioteca que fue abandonada y no era la principal, aquella que una vez fue la mayor, ahora era utilizada como un salón, se había reformado la estructura de pies a cabeza debido a la reina. Habían destrozado una reliquia cultural de varios años que era exquisita como una obra de arte, todo por la reina. Revisé entre los libros viejos llenos de polvos sobre la etiqueta imperial.

—¿Por qué no me dijiste que iba como la novia del príncipe?

Mí voz tembló al igual que mis manos sosteniendo el libro entre ellos. El velo de un color igual a los de su prometido, significaba amor y compromiso. Arroje el libro mirando a Zakya quien se asustó por mí arrebato que jamás había visto.

—Pensé que eso era lo que había querido la princesa, no planeaba avergonzarla por sus decisiones, lo lamento mucho.

Suspiré. Él no podía leer mí mente.

—No, no quiero tener nada que ver con el príncipe. Está bien, fue un error.

A pesar de querer sonar relajada sentía que podía desmayarme en cualquier momento. Fue ahí cuando lo sentí. Un sonido que se había quedado grabado en mí cabeza. Un atentado estaba sucediendo en el Palacio.

—Princesa, quédese aquí. Los impactos están sucediendo en el palacio de la Emperatriz y puedo afirmar que nadie le prestará atención a una vieja biblioteca abandonada. Iré a traer a más de mis hombres y a los guardias del Emperador.

Estaba segura que era lo correcto cuando vi su espalda desaparecer por la gran puerta. No podía llevarme a todos lados en el palacio, había muchas probabilidades de que el atentado se extendiera por el Palacio del Emperador. El lugar más seguro era la biblioteca donde nadie se preocuparía por desperdiciar bombas. Pero yo sabía la verdad. Este atentado era sólo un plan de la Reina para fingir el secuestro de la Emperatriz y desaparecerla del mapa sin que los nobles hagan un escándalo.

—Lo lamento.

Murmuré huyendo hacía el palacio de la Emperatriz. No podía permitirlo, no de nuevo, si no hacía nada se la llevarían y Nikolai volvería a ver las torturas a las que era sometida su madre, eso terminaría por enloquecerlo. ¿Y a quienes culparia? No la frágil Emperatriz, si no a la ruin Reina y a la santa que no hizo nada a pesar de estar unos metros de distancia. Temía por mi vida, pero más terror le tenía a ese príncipe. No había nadie ahí, ni siquiera una sirviente o caballero, tan sólo los escombros cayendo mientras los impactos que seguían destrozando el lugar.

—¡Emperatriz!

Grite. Presa del miedo a perder el único hilo de estabilidad del príncipe. Con mí pequeño cuerpo era capaz de pasar por en medio de todo. La muerte siempre me daría miedo, a pesar de saber que podría regenerarme miles de veces más rápido que los humanos. Si tuviera la fuerza asegurada de la Ariadne de 19 años podría hacer esto sin que me tiemblen las piernas pensando en mí vida, pero no sabía nada del poder actual de este cuerpo que había salido antes sin control, quizás podría terminar dañando más el palacio que curándome. Mí poder no se había desbordado con el corte en el brazo porque se le había infligido poder sagrado ajeno al instante, mí cuerpo no necesito regenerarse en ese caso, como lo sería en este si saliera herida.