Sumiso.
Solo estar en presencia de Nikolai te hacia temblar de ies a cabeza como un terremoto surcando tu cuerpo, su persona era dominante y oscura como la noche, en especial cuando tenía ese rostro frio de aspecto inalcanzable. Era elegante y por su apariencia todo parecia destinado a lucirse en él, se distinguia por sus ropas oscuras que iban a la medida de su bien desarrollado cuerpo. Ya era un adulto en toda la regla y se veía más poderoso que cualquier otro hombre. La gente temía a su paso seguro y decidido. Caminaba como un Emperador, no podias decir que no descendía de los mas grandes tan solo viendo su porte y altura porque era majestuoso como un Dios.
—Damián, procura enviarlo con los de más baja clase.
No le interesaba tratar en lo absoluto bien a un tipo que consideraba molesto como Kassiel Verdem, ser recibido por él debería ser un detalle al tener un rango tan alto, pero se sentía como un insulto.
—No podemos tratar a un marqués de esa forma, Alteza.
Damian Teice tenia una fortuna bendita de ser tan endemoniadamente útil y fuerte, porque en cualquier otro caso ya lo hubiera matado. Aparte de ser el favorito de su madre, también era su único hombre de confianza así que mantenía cierta parcialidad hacia él.
—Me importa una mierda, haz lo que digo.
La voz molesta y profunda que gruñó era suficiente para atemorizar a cualquiera pero Damian no titubeó y tan solo se quedó en silencio. Se bajo del caballo negro de gran tamaño de un salto como si fuese lo más fácil del mundo y prendió un tabaco.
—Ahí vienen.
Murmuró viendo con sus ojos rubí el carruaje con el emblema de la familia Imperial de Paraz. Se preguntó si la princesa se había atrevido a enviar a ese hombre en especial como algún tipo de provocación o era una coincidencia más. No se inmutó ni cuando aquellos caballeros bajaron del carruaje abriendo paso al marqués. Ambos hombres se miraron cara a cara después de años. El marqués intentó ser cordial al saludar y ofrecer su mano.
—Un gusto volver a verlo, Su Alteza.
Nikolai miró la mano que le ofreció como algo desagradable y no la estrechó. Sólo lo miró por lo alto sin ninguna expresión.
—Irás atrás. Nos estás retrasando, acomódate.
Le importaba muy poco quien era o que buscaba hacer, solo lo eliminaría de quererlo. Tenía poder y dinero para esconder cualquier pecado. Paso por frente suyo golpeando su hombro sin molestarse en moverse un solo milímetro. Kassiel siguió indiferente. El único de los hombres de Nikolai que tenia la suficiente autonomía para moverse por su cuenta fue Damian, y por lo tanto fue el único que lo saludo como debía.
—Su Alteza está apresurado por llegar a Paraz, lamento su mal genio.
Pretendió ser cortes pero seguia siendo igual de frio que la antartida. Kassiel lo miró sin mover un solo musculo de su atractivo rostro, el verde de sus ojos destellaba desagrado.
—Muéstrame a tu última fila.
Su tono era severo y frío, manteniendo la vista fija a los soldados. Como el Marqués Verdem era sin lugar a dudas un hombre que no podría dejarse pisotear bajo los pies de Xiarax. Damian asintió sin tomarse personal el desprecio e importandole realmente poco aquello. Miro hacia atrás viendo la espalda de Nikolai encima del caballo.
Más que un principe él se veía como un rey del infierno capaz de gobernar el bajo mundo.
—¡Principe, Principe Nikolai!
Arrugo su expresión cuando un soldado llego desaliñado y sucio de pies a cabeza hecho un desastre andante.
—¡Hubo una avalancha y los caminos centrales a Paraz fueron cortados!
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...