Corrupto.
No importa en qué ángulo se la mire, era la niña más hermosa que había visto. Delicada y noble como las joyas de la corona. Cuando se colocó frente a mí pude sentir como si se rompería con un suspiro. Y cuando habló sonó como una voz débil, del tipo que podías callar fácilmente con un solo amago. Al acusarme de mentir me dejó dudando si sus palabras querían llegar a otro punto. Después de todo fue la misma princesa que vino con un velo rojo hacía el Palacio como si fuera mí princesa heredera.
Insinuar que la quería cautiva fue algo que hasta me provocó risa. Como un ave enjaulada que no podría ser vista por nadie más que por mí. Pude ver la tensión en su frágil cuerpo. Era tan delicada que quería romperla. Pero la princesa me sostuvo la mirada con esos ojos de diamantes que parecían albergar todo lo brillante y casto del mundo.
—Usted me debe algo. Sólo tengo una petición, jureme por su vida que jamás derramará ni una gota de sangre imperial de Paraz o todo aquel que esté bajo mí protección. Si usted me lo jura obedeceré cada palabra y le daré lo que me pida.
Aquella niña que vi tan inocente me ofreció una daga que pude saber por inercia que no era normal.
—Con que el filo toque su sangre y la mía mientras me jure su vida por ello, puedo asegurarle que todo el poder que poseo estará a disposición de su madre.
Todo su poder.
Una cantidad exorbitante de energía sagrada que sólo podía ser igualada por otro hijo de Dios o el mismo Dios, esa clase de destrucción y reparación estaba al alcance de mí mano con tan solo un poco de mí sangre. Mire la daga. No tenía ningún remordimiento por la realeza de Paraz, no me interesaba lastimar a nadie de ahí, incluyendo a los que está princesa adoraba.
—¿Y si no quiero?
Debía de ver múltiples opciones. Una cosa era jurar mí alma y otra mí vida, mí alma podía estar a la merced del diablo más seguiría conservando mí existencia si quería, en cambio, si juraba mí vida y fallaba, está podría terminar de forma dolorosa. Ante la pregunta ella me miró fijamente.
—Yo protejo con mí vida a los míos, usted estaría atentando contra su seguridad de negarse. Eso es lo único que diré, Su Alteza.
Una voz suave pero una mirada más clara que el cielo, como si la duda no existiera y no pudiese leerse más allá de eso. Era una persona a la que no podía sacarle ningún pensamiento más allá de lo obvio de su miedo.
—Aceptare. A cambio cuida la vida de la Emperatriz.
Podía saberse con tan solo una mirada el porque mí madre y el emperador habían quedado encantados con la princesa, era hermosa, frágil, noble y encantadora, como si la nobleza de su sangre fuese más espesa que su inocencia. Ella sonrió suavemente ante mí. Mí corazón latió acelerado tanto que me inquieto.
—Será un placer cuidar a la Emperatriz…
La princesa parecía tener una imagen materna de mí madre. Era conveniente en la pobre condición en la que ella se encontraba, incluso inferior a la de la reina así que no molesto. Agarre la daga y con una tajada en la palma de mí mano dejé fluir la sangre que escurrió por todo su extenso de plata puro. La princesa hizo lo mismo con una facilidad increíble para alguien que jamás había sido lastimado.
—Ante mí sangre le juro mí vida y prometo cumplir con mí palabra.
Mí sangre empezó a espesarse mientras se mezclaba con la suya.
—Ante mí sangre aceptó su juramento eterno hasta que su vida dejé está existencia.
Por otro lado su sangre era cada vez más blanca como un líquido hecho de plata y mármol. La princesa miró nuestra sangre y sonrió.
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Depredador. [+18]
عاطفيةNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...