Depredador. [+18]

[D] Capítulo 30: No era importante.

Aviso: Estaba editando la novela asi que si quieren leer la ultima parte publicada sigan leyendo este cap, la mitad es del capítulo anterior y la otra mitad es lo nuevo.

No era importante.

Tarde en aceptarlo. Lo que sea que sentía era irrelevante, el hecho era uno y es que necesitaba a Nikolai sedado como una puta bestia bajo mis pies. Con este cuerpo era imposible o mejor dicho muy peligroso, era débil aún a comparación de su poder y alcance. Era lo más cercano a dios en esta sociedad.

—Asteritas, estás bien con todo lo que te pongas.

Estuve bastante entretenida con las preparaciones de su ceremonia, o intente estarlo para esquivarlo tanto a él como a Nikolai. Pero fue imposible cuando me retuvo para que decidiera su ropa. Cuando vino a mí con colores oscuros estuve a punto de negarme, me recordó tanto a Asteritas que me estremecía.

—¿Asteritas? No sueles llamarme así, hace mucho tiempo no escucho ese nombre.

Solo me di cuenta de mi error cuando él lo mencionó. Me sentí rara. Había abandonado ese nombre para no recordarlo a él. Aún siento la presión en mi pecho.

—Es tu nombre.

Tuve que justificarme banamente. Miré alrededor, estábamos solos.

—Ariadne, se mí acompañante.

Tuve que mirarlo a los ojos para confirmar que estaba escuchando eso. 

—Papá dijo que te acompañaría.

A diferencia de mí, él como hombre no necesitaba un acompañante, salvo su padre o tutor, y el lugar del acompañante femenino era ocupado por su pareja.

—Quiero entrar al salón a tu lado, Ariadne.

Al principio no lo había notado, no quise hacerlo realmente, pero empezó a rebelarse con cada vez más fuerza. Antes jamás hubiera insistido ante mi negación.

—Cambiaste.

》—No soy tu familia, Aria.《

No podía sacarme de la cabeza su voz diciéndome aquello. Tenía miedo de preguntar a qué se refiere con eso.

—Todos cambiamos con el tiempo, o quizá tan solo decidí no esconderme. No me culpes, me hiciste de esta forma —me miró con un aire oscuro que erizó mi piel.

Era un bastardo responsabilizandome de sus propias acciones. Suspiré intentando encontrarme a mí misma en esta habitación a oscuras. Había decidido un ambiente muy agobiante para mí.

—Sabes perfectamente lo que significa entrar con una mujer, Itzain, ya no eres un niño.

Aunque intente cuidarlo ya era lo suficientemente mayor para caminar solo en su propia ceremonia. Me miró y sonrió suavemente, no fue encantador, fue algo oscuro y podría intuir que su intención fue igual.

—Quiero que Aria me acompañe.

Miré a Asteritas. Seguiría insistiendo de todos modos. 

—Bien, te acompañaré. Pero las explicaciones las darás tú, yo solo aceptaré a tus demandas.

De esa forma el único responsable de esta maldita locura era Asteritas y no yo.

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Vestirme de nuevo como si fuera la protagonista de esta ocasión fue ridículo, era una muñequita de juguete para Asteritas. Había preparado y elegido mucho guardarropa y me hacía vestirme, peinarme, maquillarme tanto como le gustaba, por simple entretenimiento, parecía fascinado con esa idea.