[D] Capítulo 17: Inocencia.

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Inocencia.

Sus ojos eran como las joyas de diamantes más cristalinos que existían, su cabello plata brillaba preciosamenre iluminado por su poder sagrado. Tenía un rostro angelical digno de una santa que podría hacer caer imperios. La imagen de su tierno rostro no me dejó dormir. Mí madre había hablado inumerables veces de como quería conocer a la santa que la había salvado de pronto, pero la princesa se había encerrado días. No me imaginaba que una niña como ella fuese a matar a tantos hombres con un simple movimiento de manos.

-Esta distraído, Su Alteza.

Damián sostenía una espada en dirección a los guardias apresados en ese viejo bosque. Desenfunde la mía sin pensarlo dos veces. Makaria había mandado a matar a mí madre y la princesa la había salvado. Pudo haberla dejado morir para volver a su imperio de nuevo, libre de toda culpa, pero no lo hizo.

-Las manos, se verían bien como decoración.

Sonreí perversamente. No importa que tanto me cueste, quiero hacer sufrir a los que me odian, bañarme en su sangre de ser necesario. Ya había visto a mí madre arrastrándose por algo de comida en frente del Emperador, a la perra saliendo desnuda de su habitación tirándole una copa en su cabeza. Ya había sentido sus manos sobre mí cuerpo como si fuese suyo.

Como si fuese un objeto.

-Tiraremos sus pedazos y se los daremos de comer a los lobos.

Corte sus manos en una sola estocada escuchando sus gritos que solo fueron silenciados por el recuerdo de esa princesa aferrada a su guardia. Zakya Halev, comandante en jefe de la guardia imperial, una persona que dio su vida a la princesa por voluntad propia, el protector que tanto la seguía día y noche, quien se enojo cuando fue mandada mi propuesta de matrimonio y nos devolvió a todos los aspirante a guardias de nuestro imperio.

Damián no tenía ninguna expresión al obedecer, contrario a la impresión que tenían sus compañeros en la academia de guardias, era frío y desalmado. Crecido en un barrio pobre como hijo de unos panaderos que murieron en un saqueo en frente de sus ojos, y adoptado por el guardia que atendió el caso. Escaló rápido como un genio de la espada, y su odio hacia el actual imperio que lo mantuvo miserable años antes también lo hizo. Quizás vio el odio en mis ojos, o tal vez no, pero era mí guardia ahora.

-Esa princesa que ha traído, ¿cómo planes callarla?

Damián no salía preguntar nada, menos cuando nos alejabamos de la escena sangrientas que provoocabamos. Aquellos tipos estarían desangrados a lo mucho en treinta minutos.

-En base a miedo, ya le he mandado un sicario en su santa sede, y es tan solo una niña que nunca conocio la sangre. ¿Ha venido, no? Debe de estar muerta de miedo ahora mismo.

Murmuré con indiferencia. Había actuado con impulsividad por el hecho de que Su Majestad había empeorado cada vez más, no importa que tanto trabaje para conseguir comida extra para ella, no era capaz de encontrar una cura a su enfermedad.

-Principe.

Me detuve al ver la misma escena que Damián. Una bella princesa sonriendo en medio de todo ese jardín junto a mí madre. Me escondí con él. Ambos teníamos curiosidad de porque ella estaría allí con la Emperatriz. Me asombro observar el regalo que le había entregado. Solo viendo la claridad de esas gemas podías confirmar lo caras que eran.

Hablando con ella, sonrojandose, riendose incluso siendo acariciada por sus manos, parecían más madre e hija que simples conocidas.

-Como lo he dicho, es solo una niña.

No era mucho más joven que yo, pero expresaba más inocencia que nosotros en tan solo un movimiento de su mano. Damián estuvo a punto de acercarse cuando la emperatriz tosió sangree pero lo detuve con una mano. Ya no me parecía desgarrador ver su sangre manchar sus vestidos, solo iba s lograr asustar a la princesa si nos acercábamos.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora