Espejismo.
Me preparé modestamente esta vez, había un cambio radical en cómo me vestía para ver a Nikolai y el modo en que lo hacía para Esmael. El carruaje tenía un cajón lleno de oro y joyas para la iglesia, una fortuna que era realmente exagerada, hasta me dolía de cierto modo pero era una inversión. Me dirigí rápido a ese lugar, parecía una especie de monasterio bastante hermoso por su rica estructura. Me guiaron a su interior, mi cabello platinado como perla y las gemas de mis ojos resaltaron por sí solas, los hombres y mujeres que estaban en el recinto se quedaron observando mi figura. Había decidido portar una cruz y llevar una vestimenta bastante sencilla pero bonita en tonos claros, supongo que me que como una santa.
—Esmael Icarde está en el salón alejado, el hombre ha estado entrenando arduamente, nos preocupamos de su salud ya que ha salido lastimado de esos duros tiempos.
No tenía ni un poco de confianza en lo que me decían.
—El cajón lo traen mis guardias.
Dije de forma concisa mientras ingresaba a la instalación y rápidamente iba a ver a Esmael. Algo me dice que no está saliendo nada bien, incluso por la forma en que los monaguillos inferiores parecieran estar extremadamente nerviosos caminando de forma lenta. No se podían resistir al dinero y a su vez no creo que estén listos para recibirme. Era entendible, sus donaciones se redujeron a un punto incomparable después de ese altercado entre nosotros.
—Su Alteza Imperial, me honra recibir la bendición del continente.
Este… este hombre no era el Esmael Icarde que yo conocía. Observé cómo los monaguillos se iban y me volteé de nuevo a ver a Icarde. Su cuerpo estaba cubierto de pies a cabeza y aunque pudiera a primera instancia parecer normal, algo en su tomo me decía que no lo estaba.
—Puedes dejar la formalidad, Sir Icarde, usted me salvó.
Pese a eso mantuve distancia, era cautelosa.
—¿Está bien, Alteza? No pude acercarme mucho, pensé que era inadecuado debido a nuestra escasa relación.
Me quedé en silencio. Había algo que me hacía ruido.
—Sí, lo estoy.
Me pasee por el pequeño cuarto, rozaba mis manos con la pared observando el lugar. No sentía magia concentrada en ningún lado, tantee por todo el sitio. Era una persona sensible a la magia…
Y ahí estaba.
Justo en el florero, parecía que hubiera magia interfiriendo. Me apoye discretamente sin perder de vista.
—Es bueno que está recuperándose en este lugar…—voltee el jarrón—. O… no.
Y sonreí sutilmente cuando sentí aquello dispersarse al sonido del jarrón roto.
—¿Qué era eso, Sir Icarde?
Pregunte directamente a quien parecía mas tenso de los dos.
—Posiblemente magia de retención, hubiese quedado registro de todo lo que decíamos.
—Mmm, pero casualmente lo rompí, soy muy torpe.
Lamente falsamente mientras esta vez si me sentaba, la idea era estar frente a él tomando té pero en vez de eso me senté a su lado. Su tez de cerca estaba pálida, y había un ligero rastro de ojeras debajo de sus ojos.
—¿Por qué esa expresión?
Murmuré viendo su mirada ida.
—No lo sé… pensé que todo era distinto.
Ciertamente su voz parecía la de un muerto.
—Quizá porque era algo que iban a tirar fácilmente pero nunca llamó mucho la atención en donde estaba, solía ser enviado a misiones a las orillas del imperio desde que pude manejar una espada a los 10 años.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...