[D] Capítulo 27: Capricho.

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Capricho.

Me ofreció su mano inclinándose ligeramente. Con una expresión tímida acepté. Había aprendido muchas cosas sobre la seducción y el buen engaño. No era muy difícil fingir estupidez frente a un hombre tan guapo. Desde sus rasgos muy bien marcados, la nariz recta y perfecta, junto a esos ojos perfilados de color cristalino enmarcados por unas cejas y pestañas pobladas, bajando por sus labios rosas hasta su cuerpo alto y algo fornido. No era guapo, era lo siguiente a eso.

Tome mí falda y la eleve ligeramente aceptando, las joyas tintineaban entre sí, la luz pegaba en mí cuerpo iluminando mí cabello y adornos. Estaba segura de lucir realmente hermosa e ingenua aceptando el baile de este hombre.

—Es un gusto poder bailar con el Sir.

Cuando su mano tomó mí cintura me incliné hacía él dispuesta a tener un baile armonioso cual amantes. Tímidamente incline mí mirada hacia un lado y abajo fingiendo evitar sus ojos. La canción que comenzó en cuanto empezamos a danzar juntos era dulce y melodiosa. Me concentré en ella.

—Sabe guiar muy bien.

En este baile en particular debía bailarse de una forma muy lenta y cercana con el acompañante, hecha para parejas. Los músicos debieron ver la escena y darme una mano con ello, quizá buscando cierto morbo en un espectáculo algo controversial como el primer interés amoroso de la joven princesa.

—Creo que la princesa sabe bailar muy bien.

Adelante y atrás, de tanto practicar estás coreografías podía hacerlas sin pensarlo. Su mano en mí cintura realmente no me tocaba demasiado, pero a ojos de todos seguía estando ahí. Revolotee mis pestañas viéndolo a los ojos. Había movido los labios y pensé en tomar esa oportunidad para pretender que había dicho algo encantador.

—¿En serio?

Ladee mí rostro entusiasmada. Pareció comprender el desliz de su actitud y asintió levemente. La música paró. No necesitan un show más allá de eso, más que nada, no requería sus manos sobre mí cuerpo. Di un paso atrás pero sus manos tardaron en soltarme…

—Lo siento, Su Alteza…

Me costaba creer que un caballero tendría un error en su memoria muscular como para no mover sus manos en cuanto observó mí mínimo movimiento, no, me costaba creer que Damián Teice fuese tan descuidado. Tome ese pequeño detalle a la ligera culpando a los nervios y lo deje pasar.

—Aria.

Elevé mí vista. Me sorprendió ver a Itzain con una mala cara frente a nosotros.

—Itzain, ¿Donde está Astrid?

Ignore cada una de sus expresiones viendo a lo lejos a Astrid siendo retenido por mí madrina, que me veía de forma lastimosa como si se disculpara por tan solo poder con uno de dos.

—Ven aquí, Aria.

Me refugie en sus brazos imitando a una niña, pues me veían como una.

—¿Qué sucede? Solo estaba bailando un poco con Sir Teice.

A la mención de este, él ni siquiera tembló ante la presencia de Itzain.

—Fue un gusto bailar con usted, Alteza.

Se despidió de forma rápida sin prestar mucha atención a Itzain. Miré su figura desaparecer entre la multitud sin antes notar una mirada carmesí. Me volví hacia el príncipe evitando los escalofríos en mí espalda.

—Aria, puede que no lo notes pero eres hermosa.

Nunca en mí vida mencioné que era bella para nadie, lo tomaba como algo obvio y natural, era Ariadne la protagonista, más que nada la historia estaba rodeada ante la maldición de mí apariencia. Su mano se dirigió a mí mentón elevando mí rostro con delicadeza.

Depredador. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora