ALERTA DE TEMAS SENSIBLES, ABUSO SEXUAL.
Es un capítulo algo difícil de leer a pesar de no haber sido muy explícita en ello, lea bajo su responsabilidad.
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Poder sagrado.
Mentiría al decir que a los tres años no intenté suicidarme para volver con mí papá y Delice, que no llore rogando perder la vida o dormir para despertarme ahí otra vez. Pero después de aceptar a mí padre todo fue diferente, el miedo hacia Astrid se convirtió en lealtad, floreció como fruto de su cariño. Así que ver aquellos pedazos de cristal y mármol caer sobre nuestras cabezas destrozó cada gramo de estabilidad que poseía.
Pensé en mí niño, en mí pequeño Astrid, en las manos cálidas de mí padre, en la sonrisa amable de Sir Arcos o el nerviosismo de Zakya. Y cuando pensé en Zakya me giré esperanzada de que estuviera cubriendo mí espalda como siempre. El maestro de la gran espada, el comandante de los caballeros. Las manos de Asteritas tomaron mi cuerpo abrazándome contra el suyo cuando vi a Zakya correr hacía nosotros con su espada.
El maná podía funcionar como una barrera pero cada impacto podría afectar al usuario en un mal manejo. A él no le importó al dirigir su gran espada encima nuestro en cuestión de segundos. Una barrera se desplegó encima de nosotros, lo suficientemente grande para cubrirnos a los tres mientras el Sumo sacerdote intentaba crear otra con poder sagrado en su sitio.
Todo fue oscuridad.
Solo podía sentir los cuerpos de Zakya y Asteritas. Me apegue a ambos quedándome callada. Todo eran gritos apagados por los escombros que nos rodeaban. Sabía que Zakya era fuerte y poseía el mejor mana, pero seguía siendo humano a la par, fue un personaje destinado a morir en la obra original.
—Todo va a estar bien, princesa.
La voz ahogada no me relajo pues sentí un líquido empapar la mano que lo tocaba. Agarré con más fuerza al niño y cerré los ojos.
Por favor.
Por favor.
Padre, hermano, estén bien.
Mi única esperanza es que la caída no hubiese afectado en donde estaban, y eso, me mantuvo con fuerza para no temblar ni titubear. El bullicio se mezclaba en mi cabeza. Estaban quitando todo sobre nuestras cabezas pero seguía escuchando impactos lejos de nosotros. Estaba intacta, sí, pero no pude decir lo mismo de ellos dos. Cuando la luz llegó a mis ojos solo miré el horrible escenario. Sangre, personas armadas y vestidas de azul luchando contra los guardias, cuerpos destrozados en el suelo.
Fue más de lo que podía procesar cuando el comandante elevó mí cuerpo deshaciéndose de un movimiento del resto de escombros que residían en la barrera. Sé que me susurró palabras de aliento mientras pegaba mí cabeza en su pecho y ordenaba a los guardias a la par. Sentí el olor a sangre llenar mis poros, y yo misma estaba empapándome en la de Zakya. Solo fue una persecución constante. Sabía lo que sucedía a mí alrededor.
Un ataque terrorista por parte de los opositores a la nobleza.
El haber juntado al Duque y al Emperador en un sitio privado al mismo tiempo fue algo demasiado tentador como para derrocharlo así nada más. Los malditos habían planeado matarme a mí y a todos los presentes en un solo golpe.
—¡Comandante, reducimos a la mitad… la otra mitad ha podido huir o se suicidó!
El escuchar esas palabras me llenaron de furia. Elevé mí rostro. Todo estaba mucho más callado que antes. Y sólo ahí pude fijarme en el niño que nos siguió como pudo. Su pierna cojeaba con una enorme abertura que cruzaba todo su extenso y pude asegurar que su hombro tenía una herida por la forma en que desbordaba en sangre. Miré a Zakya y solo pude ver rojo.
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Depredador. [+18]
RomanceNikolai Dail Xiarax era un Emperador sádico egoista y contundente con cada mujer que hubiera estado en su cama. Lo sabia porque lo cree con mis propias manos. Ariadne Itzbella Shalie era una princesa santa que fue amada por ser la mujer más hermosa...