Soy Nashira, soñadora empedernida como mi padre.
Enamorada de un hombre de sonrisa despreocupada y alma hermosa.
Fotógrafa y bailarina de profesión y un alma libre por convicción.
Acompañame a leer este fic 💚
🚫El orden cronológico puede variar d...
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Tom:
Nadie se sorprendió por nuestra repentina decisión de viajar juntos, llegamos al aeropuerto con una mochila cada quien, no sabíamos dónde nos llevaría el destino.
El primer vuelo que salía era a Ámsterdam.
Ambos estábamos emocionados, llegamos a Ámsterdam dos horas después, fuimos a un pequeño hotel, era muy bonito, con muchas luces y quedaba flotando en medio de dos canales.
—Quiero ir al museo de Anna Frank — dijo emocionada.
—Vamos a ir a dónde tú quieras! — la abrace y me tire a la cama arrastrándola conmigo
Nashira reía mucho y eso me complacía demasiado.
—¿Dónde quieres ir? — me preguntó
—Al museo de Rembrandt
—Interesante — dejo un corto beso en mis labios. — vamos al barrio rojo...
—Suena interesante...
—Eres tan travieso, señor Hiddleston! — hábilmente se puso encima de mí.
—No, Nashi...— intenté quitarla
—¿Qué pasa? — dijo mientras se sentaba en la cama.
—Quiero que esta vez tomemos las cosas con calma, no es como que no me muera por hacerte mía, pero las dos últimas veces fueron muy precipitadas... quiero esperar un poco.
—Me parece bien, dormirás en el sillón — señaló un sofá que estaba frente a la ventana
Ambos reímos, teníamos que disfrutar porque solo viajamos una semana.
Nashira:
Thomas me sorprendió cuando me dijo que quería llevarse nuestra relación con calma...extraño a Bombón, lo deje con Fer para que lo llevara a España.
Sonó mi celular, eran mis amigas, estaban muy emocionadas por mi.
Suspiré y Thomas me sonrió.
—¿Vamos? — pregunto
—Vamos! — me levanté de la cama y caminé junto a él.
La mayoría de la gente anda en bicicleta y yo soy malísima para ello, así que decidimos caminar, llegamos al museo de Anna Frank, debo admitir que la tristeza me invadía al recordar todo lo que escribió en su diario.
Salimos, fuimos a una pequeña cafetería a comer, como siempre a Thomas no se le complicaron los idiomas, pidió nuestra comida y a los pocos minutos la trajeron.
—Amo la comida! En cualquier parte del mundo que este como delicioso — dije emocionada
