¡Dios, Seven! - Mystic Messenger

XCIII - Preocupaciones

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Así, varios días pasaron desde que Melissa había tenido el encuentro con su amiga. Aquella vez no había abandonado la cafetería con la mirada vacía y la garganta seca. No bajó del coche de Saeyoung de un portazo, lo que sin duda era buena señal.

Entonces, ¿se lo estaba imaginando? Claro que no.  Saeyoung sabía perfectamente cuando su chica estaba de buen humor, y podía decir claramente que había algo que le estaba molestando. Por desgracia, Melissa era una mujer complicada. ¡Tan complicada! Le preguntaría directamente: "¿Ha sucedido algo, Mel?" a lo que ella, muy probablemente diría: "Todo está bien, no te preocupes".

Aún sabiendo lo que —seguramente— iba a pasar, tenía que intentarlo. No podía dejarlo pasar, ni tratar de averiguarlo por sus métodos poco ortodoxos. Eso jamás volvería a ser una opción.

El pelirrojo se abalanzó sobre la castaña y la llenó de besos, por toda la cara, por el cuello, en la barbilla...

—¡Ya, ya, Saeyoung! ¿No ves que estoy leyendo?

Se recolocó las gafas y se sentó a su lado.

—Te noto rara y antes de que me digas que no... —Saeyoung se rascó la cabeza—, sabes que si hay algo que te preocupa, debes decírmelo.

Después de todo lo que había ocurrido entre ambos, no solamente Saeyoung había avanzado.

—Es una tontería... pero está bien. —Respiró hondo. Seven no se lo creía—. Mi amiga dice que deberíamos adelantar la boda. Sino... bueno, no voy a lucir un vestido.

El pelirrojo frunció el ceño y arrugó la nariz. Nunca quiso decirlo, ¿pero que narices le pasaba a esa tía? ¡Nada más que tenía porquerías que soltar por la boca!

—Escucha Mel, yo no sé qué clase de amiga es esa. Siento decirte esto, pero esa chica no me gusta. Siempre te dice cosas que te hacen sentir mal. —Acarició su hombro—. No quiero decir que lo haga a propósito. Puede ser que no se de cuenta. El caso es que... una amiga no te dice esas cosas. Existe una línea entre asertividad y una sinceridad abrumadora.

—Lo sé... pero siempre ha sido así. No es algo que me moleste.

—A mí sí. Porque luego llegas a casa dándole vueltas a cosas sin sentido. ¿Por qué no vas a poder lucir un vestido? ¿Por la barriga? —Seven se cruzó de brazos—. Estoy seguro de qué ese jamás será un impedimento. Aunque haya que arreglarlo dos días antes de la boda.

Melissa asentía con la cabeza.

—Si quieres adelantar la boda que sea porque tú misma sientes que sea necesario, no por las tonterías que te diga esa. Y, del mismo modo, si piensas que es mejor retrasar la boda, estaré bien con eso. Será como tú quieras.

Seven era tan dulce que a Melissa se le derretía el corazón

—Tú también te casas, ¿lo sabes no? —Contestó entre risas.

—Con la mujer más hermosa, inteligente y talentosa del mundo. ¿No soy afortunado?

La castaña le besó en los labios.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Yo te amo más, ¿lo sabes?

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