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Aquel jovencito cargando una pistola no debía ser un sicario de los de verdad, o eso pensó Seven. Había sido demasiado fácil vencerle.
Levantó la pesada tapa de la alcantarilla, haciendo palanca con una tubería que había arrancado de la pared del callejón, su plan de esconderse tan cerca que no pudieran atraparle no había cambiado.
Su respiración estaba acelerada, ¿por qué sentía que el aire quemaba sus pulmones? Se hinchaban casi hasta reventar, y después se vaciaban toda velocidad. Con sólo pensar que aquellos sicarios podrían escuchar hasta como el oxígeno se le colaba por las fosas nasales, su ritmo se descontrolaba.
Eran sabuesos. No cabía duda de que habían sido entrenados especialmebte para rastrear y atrapar, una vez que lo hacían, acababan con todo rastro de vida en sus presas. Eran letales como el veneno de un escorpión. Resistentes físicamente y expertos en combate. Fuertes mentalmente, nada podía amedrentarlos.
Parecían invencibles, pero no era así. Luciel lo había estado pensando cuidadosamente, y ningún ser humano era excepcional en todas las categorías. Cazadores experimentados y certeros, instruidos para combatir y asesinar... No podían ser perfectos. Aquella organización de sicarios debía tener un punto débil. Y creyó haber dado con él.
Eran solo conjeturas, claro estaba. Aún así, era su mejor baza. Confiar en que su deducción era acertada, desde que decidió imposible irse sin la información. Su misión debía ser un éxito, si o si. Huir sería fracasar. Morir sería fracasar, y permitir que algo le pasara a Melissa significaria retirarse al mismísimo infierno por voluntad propia.
Cuatro minutos, nada más. Aquellos guerreros podían ser implacables, sin embargo, no estaban hechos para pensar lógicamente. Rastreaban y mataban, no razonaban.
¿Cómo seguirle la pista a alguien que no deja huella?
Tres minutos. Luciel era como un fantasma, y lo poco que había dejado atrás no servía de mucho.
¿Cómo imaginar que se ocultaría bajo tierra, a riesgo de ser descubierto y quedar atrapado como en una ratonera?
Dos minutos. Un plan tan loco, tan suicida, ninguno de esos a sueldo se lo habría planteado siquiera.
¿Cómo impedir que el programa de Seven extrajera los datos? Si no podían encontrarle, debían detener sus planes.
Un minuto. Era imposible. El programa de Luciel era inexpugable, y en caso de tener algún punto débil, serían necesarias semanas de análisis de tan complejo algoritmo.
Por algo era el agente 707, y prefería ganarse un viaje al cielo, no al infierno.
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¡Dios, Seven! - Mystic Messenger
FanfictionSabía que vivir con él sería de todo menos normal. Melissa no estaba preparada para todo lo que iba a suponer vivir con un hacker que a veces parecía tener seis años de edad mental. •Mystic Messenger FanFiction• Seven/Luciel/Saeyoung MICROCAPÍTULOS...