LXXXII - Dónde la marea lleva

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A Melissa se le hacía extraño el caminar por los pasillos del hospital sin tener que arrastrar el brazo de metal del que colgaba la bolsa transparente, esa misma que lanzaba un conducto que iba a parar a su brazo. A pesar de ellos, se alegraba infinitamente de no tener que llevar el gotero a cuestas.

Tal vez, lo más raro de todo era dirigirse a la salida. No a la cafetería, al patio interior o a los jardines de fuera. Pero además de raro, era temible. Había evitado pensar, o imaginarse que cruzaría las puertas del hospital. Y era temible porque no dejaba de preguntarse qué iba a suceder para entonces.

Fue precisamente ese temor urgente de no saber que iba a ocurrir tan pronto como abandonara la clínica lo que le dio el coraje de levantar la voz.

—¿A dónde vas a llevarme?

Ella le miraba de reojo. Saeyoung levantó las cejas, como si aquella pregunta fuera difícil de responder.

—¿A dónde quieres ir?

Melissa apretó los labios, de alguna forma esa respuesta había conseguido irritarla.

—Es una pregunta osada. —Le miró con furor—. Si te digo cualquier barbaridad, ¿de verdad estarías dispuesto a llevarme allí?

Saeyoung se encogió de hombros. Era evidente que Melissa no estaba pensando en nada en concreto, solo quería poner a prueba a Saeyoung. Después de todo, esa respuesta no encajaba nada con él.

—¿Eso que quiere decir?

—No lo sé. Querría decir que sí, en cambio supongo que no. Si fuera algo descabellado... no te lo permitiría. Pero mientras no sea nada que te ponga en riesgo a ti o a los bebés... Estaría dispuesto, sí.

Melissa suspiró. Naturalmente que, al haber dicho «barbaridad», Seven pudo imaginarse alguna locura de las suyas. Por suerte, nada semejante estaba cruzando la mente de la castaña. Nada disparatado, nada que pudiera suponer un riesgo para nadie. Al pensar en «a dónde quería ir», solo una idea apareció en sus pensamientos, clara como ninguna otra.

—Dónde la marea lleva.

—¿Cómo dices? —Saeyoung se hizo a un lado para que unos trabajadores del hospital pudieran pasar—, te refieres... ¿al mar?

—Sí. A la playa.

Saeyoung se mordió el labio inferior. Cavilaba en silencio, lo que puso en alerta a Melissa.

—Está bien pero... yo me refería más bien a dónde pensabas ir para instalarte.

Ella inspiró profundamente.

—A casa —Pasó saliva y prosiguió—: Primero quiero ir a la playa, mi madre solía ir cuando yo aún no había ni nacido. Según ella, los bebés adoran la brisa del mar. Lo he pensado mucho mientras he estado aquí. —Saeyoung la escuchaba con atención y ella hablaba tan ensimismada que por poco pasó por alto que acababa de atravesar la salida del hospital—. Es lo primero que quiero hacer. Han sido bastantes días ingresada, realmente me apetece ir.

—Entonces no veo porqué no. Seguro que el aire fresco te viene bien.

Saeyoung sacó de su bolsillo las llaves de su bólido y se adelantó para guardar las pertenencias de Melissa en el maletero.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora