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¿Con que fuerzas podría Saeyoung escuchar lo que el obstetra tenía que decirle? No era capaz de enfrentarse a ello. Sabía que no debía, solo que no podía evitar pensar en la posibilidad más terrible de todas.
En un aborto.
Y las manos le temblaban. El estómago se le retorcía, la cabeza le iba a explotar. Pero lo más insoportable de lejos era el clavo que se hundía en su pecho, cada vez más profundo, corriendo el riesgo de atascarse y no salir.
Porque lo que más quería en la vida estaba en una habitación de hospital, probablemente rodeada de máquinas y especialistas. Porque el futuro que llevaba dos meses planeando parecía estar a punto de desvanecerse por completo.
No quería perder a sus hijos. No quería perderla a ella.
Saeran le dio una palmada en la espalda. Si bien pensaba que su hermano se merecía un buen escarmiento, pensaba que aquel castigo era demasiado severo.
—Yo iré a hablar con él. —Le dijo el menor, decidido—. Tú te quedas aquí, ni se te ocurra irte a ninguna parte. Te lo advierto.
Aceptó. El miedo le había paralizado hasta tal punto que no podía ni considerar el dar un paso hacia la sala desde la que le habían llamado por megafonía.
Alguien tenía que hacerle frente a las noticias y por suerte, su hermano pequeño estaba allí.
Al cabo de diez minutos, Seven se preguntaba si había sido una buena decisión. No saber lo que pasaba de primera mano, esperar en agonía. ¿Era peor el remedio, o la enfermedad? Quizá Saeyoung tenía ambas. Un arrepentimiento que le quitaba la respiración, una cura que todavía no llegaba.
Cerró los ojos con fuerza, con las palmas de las manos solapadas. Siempre creyó que sus plegarias nunca fueron escuchadas, pero al fin pudo rescatar a su hermano pequeño. De la misma forma, ¿Dios le escucharía si rezaba por su mujer? ¿Por sus futuros hijos?
Dios no podía abandonar a seres tan buenos. No podía dejar que aquella injusticia que imaginaba el pelirrojo se hiciera real.
—¡Saeyoung, espabila! —Su hermano le golpeó la frente con el dedo índice—. ¿No me has visto salir?
Seven pestañear aturdido, acto seguido agarró a su hermano de la camiseta, desesperado.
—¿Qué te ha dicho? ¿Está bien?
—¡Sí, sí! —Intentó zafarse de su agarre—. ¡Tío suéltame!
Saeran consiguió al fin librarse del agarre de su hermano mayor, soltando un profundo suspiro.
—Va a tener que quedarse ingresada pero todo parece estar bien.
Saeran le pasó el brazo por detrás del cuello y empezó a conducirle en dirección a donde estaba Melissa.
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¡Dios, Seven! - Mystic Messenger
FanficSabía que vivir con él sería de todo menos normal. Melissa no estaba preparada para todo lo que iba a suponer vivir con un hacker que a veces parecía tener seis años de edad mental. •Mystic Messenger FanFiction• Seven/Luciel/Saeyoung MICROCAPÍTULOS...