¡Dios, Seven! - Mystic Messenger

XIX - Contigo lo quiero todo

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No iba a negarlo, estaba muy sorprendido. Llevaban un tiempo viviendo juntos, lo que no impidió que siempre que este tipo de situaciones se produjeran, Melissa se las apañara para huir despavorida, dejándole con la cara roja y con una erección difícil de controlar. Podía besarla y tocarla que de alguna forma siempre le detenía cuando estaba a punto de penetrarla. Pero ahora era diferente, porque los orbes marrones de la muchacha desprendían deseo, una lujuria incontrolable, la misma que la había llevado a suplicar que lo hiciera de una vez.

Se dispuso a entrar en su interior y en el momento en el que la escuchó quejarse, aunque intentó ocultarlo, supo que algo andaba mal.

—Mel. —La castaña se tapo la cara con las manos—. Oye, ¿estás bien?

—Me da vergüenza. No te preocupes.

Sus susurros no le decían simplemente eso.

—Podemos parar. No te preocupes que...

Se quitó las manos de la cara de inmediato y sujetó el rostro del pelirrojo.

—Tienes que hacerlo, por favor.

Suspiró. La decisión en la mirada de la fémina era casi aterradora. Intentó entrar en su interior con cuidado, ya que, por más que empujara, las paredes internas de Melissa continuaban firmes y pegadas a la punta de su miembro. Quería avanzar y, sin embargo, la expresión de angustia de la castaña le detuvo.

—Te duele, ¿verdad? —Ella funció sus labios y respondió con la cabeza, meneándola de un lado a otro—, no me mientas. Melissa, te conozco mejor que a nadie. Te tiemblan las piernas, y cierras los ojos cuando empujo.

—Se supone que tiene que ser así...

—¿Se supone? Mel... ¿Lo has hecho alguna vez? —La castaña apartó la mirada—. Sabes a lo que me refiero. ¿Eres virgen?

—¡Dios, Seven! ¿Es que tú no?

—¡Pues claro que no!

—Pensé que sí...

Los ojos de la chica parecieron envolverse de una fina capa transparente.

—Melissa...

Dejó caer la cabeza sobre el vientre de la chica y soltó un profundo suspiro.

—Tenías que habermelo dicho antes...

—Si llegas a saberlo seguro que...

—¿Seguro que qué?

—Seguro que no hubieras querido hacerlo.

Saeyoung levantó la cabeza y frunció el ceño, airado.

—Contigo lo quiero todo, ¿me oyes? —Besó su frente—. Incluido eso, seas virgen o no. —Se alejó un poco de ella—. Por ahora deberíamos darnos un baño.

Justo entonces Melissa le arrastró de vuelta. Le abrazó con tanta fuerza que Saeyoung sintió que el corazón le daba un vuelco.

—Si lo quieres todo hagámoslo de una vez. Seven, quiero hacer el amor contigo.

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