XXXIV - Sola

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El castaño no quería hacerlo, pero no le quedaba otro remedio. No podía aguantar más con las dudas avasallando cada neurona de su cerebro, debía comprobar de una vez por todas si lo que pensaba era real o no.

Se asomó por el marco de la puerta del dormitorio para asegurarse de que Melissa estaba profundamente dormida, y una vez lo hizo, cerró con suavidad la puerta del cuarto. Usó el juego de llaves que Luciel le había entregado antes de irse y encerró a la muchacha allí.

Debía salir a comprarlo en la farmacia, y no podía dejarla vagando con libertad por la casa. Era un séptimo piso, pero estaba loca. Muy loca.

Su plan era abandonar el apartamento mientras la chica dormía a pierna suelta. Tenía su descapotable abajo, en menos de diez minutos estaría de regreso y sin que ella se hubiera percatado de nada. Para su desgracia, los reflejos de la fémina se habían agudizado desde que convivía con un hacker.

—¿Vanderwood? —Gritó asustada—.?¡No se abre! ¡Vanderwood! ¡Dios, Vanderwood!

—Tranquila, no te alteres. Solo será un momento.

—¿Has cerrado tú? ¿Por qué?

—Acuéstate.

En esos momentos la muchacha deseaba no haber lanzado el collar que Saeyoung le regaló por la ventana. En cambio, el agente secreto maldecía su suerte. Había dormido durante una hora y justo tenía que despertarse cuando iba a irse.

De cualquier forma, no había vuelta atrás, iban a ser solo diez minutos. Regresaría en un abrir y cerrar de ojos.

Melissa escuchó una puerta abrirse y luego cerrarse. Los minutos empezaron a pasar como horas, no parecía cansarse de intentar abrir la puerta a pesar de que, evidentemente, no iba a ser capaz de abrirla.

Estaba muy nerviosa, tanto que su corazón iba a estallar. Le costaba respirar, sudaba y sentía fuertes palpitaciones. Le estaba dando un ataque de ansiedad, encerrada en un dormitorio a oscuras.

La puerta se abrió y se volvió a cerrar. Escuchó los pasos tranquilos de Vanderwood, que regresó tan pronto como prometió. Lo primero que hizo fue liberar a Melissa, que hiperventilaba desde el suelo, cerca de la puerta.

—¡Mierda! ¿Estás bien?

No podía hablar, tanto el aire como las palabras se atascaron en su garganta.

—Respira hondo. Dentro, fuera. Tranquila, sólo han sido diez minutos. No te he dejado sola, ¿vale?

Pensó que jamás tendría que decirle esas palabras a nadie, y ahí estaba, endulzandole la oreja a la novia de su compañero, que parecía haber tenido una crisis de ansiedad.

No se equivocaba. Melissa era muy problemática, pero lo que más le preocupaba era tener razón.

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Este dios Vanderwood JAJAJAJAJAA

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Este dios Vanderwood JAJAJAJAJAA

Dynamite me tiene en el mood de escribir esto, asique os caerán más capítulos esta noche

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora