L - Papi

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Seven caminaba irritado con una muleta debajo de cada brazo, acompañado por Vanderwood. No eran aquellos apoyos lo que le molestaba, sino que hubiera sido su amigo y no su novia quién hubiese ido a recogerle.

¡Le habían dado el alta por fin, después de estar atrapado en el hospital durante casi una semana! ¿Qué hacía Vanderwood en la ciudad todavía? ¿Por qué no se había ido?

Frunció los labios y evitó mirar al castaño. El agente secreto no era imbécil, Luciel era facil de leer.

—¿Dónde está Melissa? ¿Por qué no ha venido contigo?

Desafortunadamente, tenía los labios sellados. De lo contrario, un monstruillo enfurecido le caería encima.

—¡Vanderwood, responde!

—¿Quién es Melissa? —Le abrió la puerta del coche—. No me suena.

El pelirrojo frunció el ceño tras el cristal de sus gafas. Vanderwood rodeó el vehículo.

—No te queda bien hacerte el tonto.

—En cambio a ti te queda bien serlo. —Contestó, cerrando la puerta una vez se montó—. Si quieres saber por qué no está aquí, mejor date prisa y sube.

A Saeyoung no le quedó otro remedio más que obedecer y esperar a llegar a casa. Desde que el peligro había desaparecido, decidió volver allí, al menos hasta que encontrara un nuevo apartamento para los dos.

Luciel era un impaciente, Vanderwood lo sabía. Por ello, no importó cuántas veces intentara sonsacarle algo, no podría vencer el secretismo de su compañero.

Se revolvió en el asiento esperando llegar. Deseaba verla, y en el fondo esperaba haberlo hecho al salir del hospital.

Llegaron al edificio en poco tiempo. Saeyoung bajó del coche de morros. Los segundos pasaban lentos mientras subía en el ascensor. Vanderwood le miraba sin eliminar esa sonrisa burlona de su rostro, le hacía gracia que siguiera comportándose como un niño caprichoso.

Entró en el apartamento y de inmediato sus ojos se nublaron por el confetti. Melissa le recibió con una sorpresa improvisada, no por ello menos valiosa. Estaba arreglada y con una sonrisa.

—¡Felicidades por tu alta, papi! —dijo ella, con las manos sobre su barriga aún sin abultar.

Por un momento, sus neuronas se congelaron. Seven estaba sin palabras. Poco a poco los engranajes de su cerebro comenzaron a encajar, el hacker entendió todo, y justo entonces, estalló.

—¡Dios, Mel!

Las muletas salieron volando. Saeyoung se abalanzó sobre la castaña, con lágrimas en los ojos y una felicidad inconmensurable. Ella acarició sus cabellos compartiendo el mismo sentimiento.

Iban a ser padres.

Créditos: tryandgoplanet (Chanman) en Instagram

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N/A: Me imagino a Vanderwood a unos metros atrapando las muletas de Seven

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N/A: Me imagino a Vanderwood a unos metros atrapando las muletas de Seven.

¡He hecho un banner nuevo! En realidad, la idea era destacar que este es el capítulo 50.

Usaré ese banner a partir de ahora, como para marcar un nuevo arco.

Cuando empecé la obra no imaginé que haría tantos capítulos ni de lejos, ni siquiera creí que tendría tan buena recepción, tanto apoyo.

¡Dios, Seven! va a seguir, y espero que continueis este camino conmigo.

Muchas gracias de nuevo ❤️❤️

¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora