LXVI - Ya no confío en ti

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Melissa pasó saliva y contempló como el deportivo negro de Saeyoung —pues le habían robado el rojo— se acercaba muy despacio. Apretó los labios cuando escuchó el sonido del cerrojo del coche abrirse, y entró antes de que la cabeza le diera más vueltas. Se sentó sin decir una sola palabra, con solo una tarea en mente; ponerse el cinturón.

—¿Que tal, preciosa? La entrevista genial, ya me llamarán.

Se inclinó para darle un beso, pero la castaña ni siquiera se volvió para mirarle. Pensó que se alegraría de oír aquello, pero ni se inmutó.

El pelirrojo no entendía por qué tenía la mirada perdida, y le veía en el rostro que algo le había pasado. Quizás su amiga no se había tomado bien lo del embarazo porque aun no estaba casada, o porque era muy joven. Peor aún, ¿y si no quiere asistir a la boda? Melissa la adora, y no podría soportarlo.

—He estado pensando en algo, ¿sabes? El tiempo se ha pasado demasiado rápido. —dijo, y prosiguió aunque ella no mostrara signos de prestarle atención—. Tuvo que ser aquella vez, la primera. La única en la que nos olvidamos de usar protección, porque las siguientes veces... bueno, el caso es que pasó una semana hasta tu exposición —Melissa se orientó hacia él con la mirada llena de fiereza, como si aquella palabra la hubiera provocado—, vamos, que nos enteramos del embarazo pasadas tres semanas. Luego tuvimos que esperar a que llegaras a tu séptima semana de gestación para la ecografía. —Ella seguía sin decir nada, Seven tragó saliva—. Se me ha ocurrido la idea de hacer un cronograma de tu embarazo. Hasta ahora, estos casi dos meses parecían un abrir y cerrar de ojos, pero el resto no será así. ¿Qué piensas?

Que fuera tan atento dolía. Que la quisiera tantísimo, pero que siempre eligiera la opción incorrecta era insoportable. Y ahora, que le dijera algo tan hermoso habiendo descubierto una mentira tan asquerosa, era desesperante.

—Es una idea maravillosa —respondió, con una amargura que no pasaba desapercibida.

—No pareces muy entusiasmada...

—Me he encontrado con una antigua compañera, de la galería. —espetó con rabia oculta. A Saeyoung se le pusieron los pelos de punta. —Fue muy gracioso cuando me contó la parte en la que recibió una carta de renuncia que yo nunca jamás redacté, y mucho menos firmé. —gritó.

—Espera Mel, puedo explicártelo.

—Quería llegar a casa antes de decirte esto —alzó la vista, y Luciel comprendió porqué su mirada era huidiza.

Unos ojos pardos vidriosos. Estaba llorando.

—Por primera vez, no quiero que me lo expliques, porque ya sé lo que vas a decir. —Respiró hondo y se secó las lágrimas que le llovían por las mejillas—. Pensé que habíamos dejado atrás los secretos. Que confiarías en mí, y dejarías de actuar a mis espaldas. Porque si me lo hubieras pedido... ¡Yo hubiera renunciado! ¡A todo! —Pegó un grito desgarrador, que le quitó el aliento al hacker—. Hubiera sido yo, Saeyoung. En cambio tú, ¿qué derecho tenías tú? No solo me arrebataste mi trabajo, ¡me arrancaste mis sueños! Durante días creí que era una fracasada, que no tenía talento... —Desistió, no era capaz de frenar sus lágrimas—, me volviste a engañar.

—Sabes muy bien que--

Le cortó.

—Me importa un rábano. No tenías derecho. ¡No tenías derecho de decidir por mí!

Melissa se sorbió la nariz y se carraspeó la garganta. Aquel último aullido la había dejado sin voz, y también sin palabras. Todo lo que pensaba que le quedaba era escuchar las disculpas de monólogo de Luciel.

—¿Y tú si?

—¿Cómo?

—Tú puedes decidir que mi trabajo es peligroso y que debo buscar otro. Que debo ponerme un traje, quitarme las gafas y sentarme en una oficina, ¡cosa que detesto!

La fémina no podía creer lo que escuchaba, porque no eran unas disculpas. Todo lo contrario, bravatas envenenadas, diatribas enclenques cortesía de aquella lengua afilada y ladina.

—Nunca he--

Entonces él la interrumpió a ella.

—Lo has hecho, ¡y no me ha importado! Porque te amo más que al hackeo, más que a cualquier cosa.

—No vayas por ahí. —Advirtió—. No estamos en la misma posición. ¡No es lo mismo!

—¿Ah, no? Porque a mí si me lo parece.

—¡Ojalá me tuvieras en tus brazos a punto de dejar de respirar para que supieras lo que se siente!

Gritó aquello último con todas sus fuerzas. Era posible que los transeúntes de la calle hubieran podido escuchar sus desafortunadas palabras, poco le importaba. Seven agarró la muñeca de Melissa cuando esta intentó bajarse del coche, y la obligó a mirarle a los ojos. Sus dorados intensos.

—Eso no va a pasar jamás. ¿Sabes por qué? Porque nunca lo voy a permitir. Y seguiré haciendo lo que tenga que hacer si es por tu seguridad.

Le apretaba la muñeca con fuerza, a Melissa se le cortaba la circulación pero no sentía el dolor en el brazo, sino en el pecho.

—¿Seguirás? —susurró, mortificada—, seguirás... —Repitió, para autoconvencerse.

Justo entonces, la pregunta que había evitado hacerse asomó por su cabeza.

—Ya no puedo confiar en ti. Esa es la respuesta. —Seven la soltó, boquiabierto. Los ojos de Melissa se volvieron a llenar de lágrimas—. ¿Cómo voy a casarme contigo si no confío en ti?

Saeyoung se echó hacia atrás, noqueado por las terribles confesiones de Melissa, que no dudó en aprovechar para bajar del coche y salir corriendo.

«¿A dónde se va?»

«Ve tras ella. Vamos, ve tras ella»

«Tienes que... ir»


Y como no hacía tiempo que ocurría, los orbes áureos de Saeyoung se colmaron de lágrimas de cristal. Se clavaban en sus ojos, y no se detenían.

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Varias cositas tras el capítulo de hoy:

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Varias cositas tras el capítulo de hoy:

1. Este capítulo es más largo por dos razones, la primera es que estaba inspirada y no podía parar, la segunda es que me daba rabia por vosotros cortaros este momento, no seria justo que no lo pudierais vivir como yo lo vivo en mi cabeza.

2. Os ruego, desde el fondo de mi corazón, que tengo corazón os lo juro, que no queráis asesinarme después de esto <3

Por lo demás, estoy preparada para el hate hacia Mel, aunque no se lo merece. Claro, que como soy la autora quizá no esté en posición de juzgar eso. En cualquier caso, quisiera que entendierais a los dos, que vierais como se sienten y que argumentos usan.

Eso es todo mis amadxs lectorxs, gracias por todo el apoyo, por los votos, los comentarios, los follows que me dais muchos de vosotros. Por llegar los primeros a la actualización y por interactuar conmigo más allá de mis personajes. Este capítulo lo he escrito con muchas emociones, pero una de ellas es el agradecimiento.

Gracias.

¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora