LXXXVI - Gruñón

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Melissa regresó a casa cargando con una bolsa y de un notable buen humor. Saeyoung no tardó en ponerse gruñón, regañando a su chicha por haber subido con la bolsa ella sola.

Parecía que Seven se pensaba que Melissa era de cristal, pero es que su vientre había empezado a abultar y el pelirrojo no podía evitar recordar la denominación que el obstetra hizo de su estado; embarazo de riesgo.

La castaña corrió a tumbarse en el sofá de la sala se estar mientras Saeyoung la miraba con el ceño fruncido, cruzado de brazos.

—Te lo tomas muy a la ligera.

Seven había pasado de ser un dios a personificar al enano gruñón de Blancanieves y los siete enanitos.

—Venga Saeyoung, ¿ya me vas a regañar otra vez? —Bufó Melissa—. De la puerta hasta aquí no hay ni veinte metros. Deja de exagerar.

—Bueno. —Suspiró—. Si te vuelvo a echar la bronca me llamarás gruñón.

Melissa rio por lo bajo. Parecía que a Seven le molestara que le comparara con aquel enano, pero es que lo cierto era que cuando se ponía tan estricto eran clavados.

—Eso es lo que eres. —Estiró los brazos para atraerle. Funcionó al instante—. ¿Dónde está esa sonrisa que me gusta? —Melissa le estiró las mejillas—. Así, bien grande. Seven gruñón te está robando la sonrisa.

—Más bien creo que es una Melissa despreocupada. —Pellizcó en la nariz de la chica—. Corriendo de un lado para otro todo el día.

Saeyoung sabía que a Mel no le gustaba que le hiciera eso. Ella soltó sus pómulos estirados y palmeó sus mejillas, no con suavidad precisamente.

—Si yo soy gruñón, tú eres esa vieja bruja. —masculló.

—¿Qué has dicho?

A Saeyoung se le paró el corazón del susto. Los ojos marrones de Melissa eran aterradores aunque no lo pretendieran.

—Decía que es muy afortunado este gruñón por tener a una princesa como tú en casa.

Melissa extendió su sonrisa. Saeyoung recuperó la bolsa que ella había dejado en el suelo, lo que provocó que la castaña se incorporaba de repente.

—Yo te lo enseño. —Le arrancó la bolsa de las manos—. ¡Mira que cucada he comprado, Seven!

—¿Qué es?

—¡Pues hilos y lanas! Voy a hacerles ropita, ¿qué piensas?

Seven le besó la frente.

—Me parece muy bien.

Por lo menos, era una forma de que Melissa estuviera tranquila y no hiciera muchos esfuerzos.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora