XLIX - Los antojos de Seven

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Melissa entró en la habitación que le habían asignado a Saeyoung mientras tuviera que permanecer en el hospital. El pelirrojo extendió su sonrisa cuando la vio entrar. La muchacha se sentó junto a él, más tranquila. Tenía mejor aspecto, las mejillas sonrosadas. Sus ojos continuaban con esa apariencia cansada, pero los doctores pronosticaban una buena recuperación.

—¡Dios, Seven! Me has dado un susto de muerte. —Le tiró del moflete—. Eres un insensato, a saber qué has hecho. No sabes cuando parar.

—Pero ahora todo está bien. —dijo él. Estiró el cuello, ladeando la cabeza—. Estoy cansado de estar tumbado.

—Es gracioso, porque en casa siempre estás en el suelo, con el ordenador.

Eso le recordaba al hacker que la operación le había obligado a prescindir de sus portátiles.

—¡Tengo que comprarme uno nuevo... no, dos!

—Cuando te den el alta compraremos los dos. —Le peinó los cabellos rojizos con los dedos—. ¿Tienes hambre? Te he traído algo.

—¡Sí! —aulló. Para alguien que se alimenta fundamentalmente de comida rápida, el menú del hospital era un castigo—. ¿Qué es eso? —arrugó la nariz.

Saeyoung se esperaba que Melissa sacará una bolsa de Honey Buddha Chips del bolso. En su lugar, sacó una redonda y reluciente manzana, la que peló mientras Luciel se cruzaba de brazos.

—¡No me la voy a comer! —Gruñó. —¡Quiero Honey Buddha Chips! ¡Y flan!

—Te haré flan cuando te den el alta. —Continuó pelando la fruta—. Y te la vas a comer porque sino me voy a enfadar.

—Eres injusta. Casi me muero.

—Por eso te tengo que cuidar.

Le ofreció un gajo de manzana con una sonrisa amplia pero aterradora. Saeyoung tragó saliva y aceptó la pieza de fruta.

—Quiero salir de aquí... —Susurró apenado.

Era como un niño. Se alegraba de que siguiera siendo el mismo. Vanderwood tenía razón, todo había salido bien.

—¿A que está buena?

—Aceptable. —Respondió mientras masticaba.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora