LXVIII - Él

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Ahora que estaba sola en una casa que apenas conocía, podía divagar tranquilamente por sus pensamientos.

El engaño fue tan natural que jamás lo había pensado, pero un lobo en la piel de un cordero era una advertencia velada. Saeyoung era ese lobo, con apariencia inocente y colmillos afilados como garras.

¿Cómo podía dormir tan fácilmente por las noches? ¿Es que no tenía ningún tipo de remordimientos? Melissa ya se sentía mal por haberse ido sin arreglar sus diferencias, por cómo él se había sentido respecto al nuevo trabajo que pretendía conseguir.

¿Pero él? Ni siquiera había sido capaz de reconocer que había actuado como un egoísta.

—En fin, no es tiempo de pensar en todo eso. —Dijo, con las palmas de las manos en el vientre—. Hay que comer algo primero, ¿no es así?

La única razón por la que se había alejado de Seven era por hallar un poco de paz, después vendría la toma de decisiones. Por el momento, lo que importaba era llenarse el estómago para que sus pequeños tuvieran algo de lo que alimentarse que no fuera batido de frutas y las tostadas del desayuno.

Jaehee le dijo a la castaña que no solía tener comida preparada en casa, pero que en la nevera tendría algo con lo que poder cocinar algo, y a ella le encantaba hacerlo.

Desde que fue consciente de que algo crecía dentro de ella, cientos de veces se había imaginado cocinando para sus dos futuros hijos o hijas, y como no, para su marido.

En este punto, quién sabía si llegarían a casarse.

De todas formas, era extraño que no hubiera intentado contactar con ella, o que no la hubiera perseguido de inmediato. ¿Se había dado por vencido o quizás había entendido que lo había hecho mal? De ser así...

—Otra vez no... —Se dio varias palmadas en las mejillas—. Deja de pensar en él. Que se las apañe como siempre ha hecho.

Y en cuanto a ella, Melissa debía hacer lo mismo. No podía depender más de Seven, de Jaehee ni de nadie. Sin embargo, por mucho que deseara arreglárselas por su cuenta, estaba embarazada.

En ese estado no te daban trabajo.

Puede que una opción fuera regresar con sus padres... al otro lado del océano. No, ni hablar. Si regresa embarazada de gemelos y con un anillo que no piensa usar, les daría un disgusto de muerte. No obstante, ¿qué otra opción tenía?

Él.

—Me niego.

Apagó el fuego y volcó en el plato las verduras salteadas que se había preparado para comer. Deseaba terminar cuanto antes, y echarse a dormir un poco.

Dormir evitaría que pensara de más.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora