Sabía que vivir con él sería de todo menos normal.
Melissa no estaba preparada para todo lo que iba a suponer vivir con un hacker que a veces parecía tener seis años de edad mental.
•Mystic Messenger FanFiction•
Seven/Luciel/Saeyoung
MICROCAPÍTULOS...
Se había tragado una buena reprimenda de camino a casa. Intentó hacer oídos sordos a lo que decía, después de todo no se arrepentía ni un poquito de haberse ido a escondidas.
«¿Por qué te has ido sin decirme nada?»
«Te lo tomas demasiado a la ligera, ¿quieres volverme loco? Hazme caso cuando te digo que es peligroso fuera»
«¡No atendías mis llamadas! ¿Qué hubiera pasado si no llego a encontrarte?»
Entró en el apartamento y corrió a la habitación para tirarse sobre la cama. Luciel decidió que era suficiente, pues se había pasado todo el camino de vuelta regañándola.
—¿Tienes hambre? —Se arrodilló junto a la cama—. Puedo pedir una pizza.
La castaña se tumbó boca arriba. Aunque era evidente que le había escuchado perfectamente, no habló y eso que la pizza era su favorita.
El hacker no le quitaba la mirada de encima, comenzando a sentir la frustración que Melissa sintió. Por más que la invitara a hablar, los labios de la chica parecían estar sellados.
Le estaba ignorando.
—¿No vas a comer? ¿No vas a responderme...?
De pronto la castaña se incorporó. Sus ojos pardos se fijaron en los dorados preocupados de Luciel. «Se lo merece» se repitió Melissa, mentalmente. Era un incentivo, uno necesario desde que ignorar al agente 707 era demasiado complicado.
—No es momento para bromas... Dios. Sólo quédate ahí, me encargaré de la cena.
Suspiró y se propuso levantarse. Fue cuando le tenía bien agarrado de la chaqueta que Melissa cayó en la cuenta de que le había detenido. Contuvo la respiración unos segundos, incapaz de enfrentarse a los dorados redondos del hacker, avergonzada.
—Quiero pizza.
El muchacho se volvió hacía ella, y colocándose de cuclillas junto a la cama, habló.
—Si vuelves a irte te atraparé.
—Me quitaré el collar.
—Con o sin el, te encontraré.
La mano hábil del chico revolvió los cabellos de Melissa.
—¡Dios, Seven! ¡Para!
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