X - ¿Dónde estás?

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¡Lo había conseguido! Estaba loca de contenta, y deseando llegar a casa para poder contárselo a su novio. Seguro que estaría muy contento, después de todo se disfrazó de monja y rezó porque le fuera bien en la entrevista.

Melissa reprimió una risa. Pensó que sería imposible conseguir ese puesto, ¿seria por haberle tenido rezando con ese cosplay encima? ¿O quizás había hackeado los archivos de la empresa para que fuera la seleccionada? Seven era capaz de eso y de mucho más.

Abrió la puerta triunfante y con una sonrisa imborrable. Entró con los brazos extendidos, esperando ser adorada por el pelirrojo. Quería que sus orbes dorados se fijasen en ella, desbordando admiración.

Pero no.

Avanzó por el pasillo en busca de Seven. Su corazón se aceleró cuando franqueó la puerta. Vacío.

No había rastro de esa cabeza roja. Su ordenador portátil estaba cerrado en el suelo, sospechoso. Tampoco había rastro de las bolsas de plástico que solía dejar atrás como prueba de haber devorado esas patatas fritas. Aún más sospechoso.

—¿Seven? —Le llamó mientras dejaba el bolso en el sofá—. ¡Estoy en casa!

Luciel no respondía. Registró cada centímetro cuadrado del piso, gritando su nombre y sin poder encontrarle. Empezó a sentirse muy ansiosa, y no era capaz de pensar con claridad. Seven no salía de casa. Seven no se iba sin avisar.

Abandonó el piso corriendo a toda velocidad. Bajó las escaleras velozmente aunque sentía que le faltaba el aliento hasta que llegó al aparcamiento del edifico.

Escaneó cada plaza en busca de su pequeño bebé, el deportivo llamativo del que Luciel presumía con frecuencia.

—¡No está! —Se cubrió la boca espantada—, ¡Dios, Seven! ¡No es verdad, no!

Las primeras lágrimas que se originaron en sus ojos no serían las únicas de aquella noche. Marcó el número del hacker con dificultad en su teléfono móvil. Le temblaban las manos y las lágrimas le entorpecían la visión.

Saeyoung no respondía.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora