XLIV - Sangre, sudor y lágrimas

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Vanderwood hizo trizas las ropas del hacker para poder acceder a la herida como se debía. Se apoderó del bote de alcohol y roció la herida de bala generosamente con el líquido. Seven gemía, agonizaba de dolor.

La chica no sabía si Vanderwood tenía idea alguna de lo que estaba haciendo, o si simplemente estaba improvisando. Miraba al pelirrojo, que cerraba los ojos con fuerza y se mordía el labio inferior para no dejar escapar sus gritos. Febril y pálido, perdiendo cada vez más sangre. Sudando, agotado y desesperado.

Melissa estaba a escasos centímetros de ambos, arrodillada en el suelo y con el corazón en un puño. Como si el suelo bajo sus pies se hubiera hecho pedazos y estuviera cayendo constantemente. No estaba herida, pero se sentía al límite. No tenía una bala en la pierna, aún así, se sentía indefensa y vulnerable.

El estómago se le retorcía por el olor a sangre y alcohol etílico, volvían las arcadas y las náuseas.

—Te dije que volvieras al coche. —Regañó el castaño—. Está todo controlado, aquí solo estorbas.

Dijera lo que dijera, no pensaba separarse ni un solo centímetro de Saeyoung. No le soltaría la mano.

—Tengo que sacar la bala. Va a doler, mate. —Seven susurró apagado que estaba bien. —A la de tres.

Empezó a contar en voz alta, y poco antes de pronunciar el uno, introdujo las pinzas metálicas en el hueco de su pierna. Luciel apretaba los dientes intentando soportar el dolor, Melissa sentía que el corazón le iba a estallar mientras el agente secreto siguiera urgando en los adentros de Seven.

—La tengo, está fuera. —La tiró lejos de allí. Dejo escapar un profundo suspiro, aliviado—. Has aguantado bien, Luciel.

—¿Ahora qué?

—Le taparé la herida. Lo más grave ha pasado, pero ha perdido mucha sangre. —Desvió la mirada hasta el rostro de Seven. Palmeó sus mejillas intentando traerle de vuelta a la realidad—. Y el conocimiento. —Guardó los utensilios y vendajes en el botiquín—. Llévalo al coche, nos vamos a un hospital.

—¿Estará bien? ¿El traslado es peligroso?

—Es peor dejarle aquí. Estará anémico por la hemorragia y no es bueno.

Melissa se apartó de inmediato cuando percibió las intenciones de Vanderwood de llevar a Seven hasta el automóvil.

—Tenemos que darnos prisa, no es momento de dudar. No te abrumes, solo hazme caso y todo saldrá bien.

Tragó saliva y reunió el valor para echar a andar y llevó el botiquín al maletero del coche.

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Últimamente ando tan ocupada que ni microcapitulos puedo redactar... ¡Pero estaré trayendo tantos capítulos regularmente como pueda!

¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora