LXX - Al rescate

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Golpeaban la puerta tan fuerte como si quisieran echarla abajo. Melissa caminó con cuidado, aún tratando de no entrar en pánico. Abrió la puerta, sin saber que estaba a punto de enfrentarse a aquello de lo que había huido. A Saeyoung.

La cabellera roja y despeinada de Seven, sus ojos dorados hinchados y su respiración acelerada dejaban claro una única cosa, no estaba allí para hacer las paces. Sabía que era una emergencia y todo lo demás no importaba.

—¿Dolor? —preguntó, al verla inspirando profundamente.

—Sangrado.

—¿Abundante?

Melissa señaló el sofá. Luciel caminó hasta llegar al mismo y lo examinó de cerca. No había rastro de sangre, por lo que aparentemente no.

—No hay tiempo, te llevo al hospital vamos.

Melissa asintió con la cabeza y continuó manteniendo la calma. Caminaba con cuidado pensando cosas como que era normal, que el médico se lo había advertido. No tenía por qué ser una mala señal.

Saeyoung la sujetó de la mano y pasó la otra por detrás de su espalda. No se decían nada, solo intentaban no pensar en nada más que no fuera llegar al piso bajo para salir del ascensor y montarse en el coche.

La castaña no pudo evitar posar sus ojos en él mientras conducía en silencio. Se aferraba al volante, cosa que no hacía nunca, además de morderse el labio inferior. Estaba tan nervioso como ella, sino más. Sin embargo, eso no era lo peor. Sus ojeras lo eran, la totalidad álgida de la piel de su rostro. Saeyoung parecía un fantasma, bien podría serlo por el pesar y la tristeza.

O por el arrepentimiento.

Tan pronto como llegó al hospital entró por el acceso a la zona de urgencias. Paró frente a las puertas que daban al ala de atención preferente y se bajó del coche con premura. Rodeó todo el vehículo para llegar hasta ella y cuando la descubrió llorando la tomó en brazos sin pensárselo dos veces. Melissa lo había hecho bien intentando estar tranquila, tenía todo el derecho del mundo de reventar.

Entró con ella en brazos, gritando bastante alterado. Una enfermera se acercó de inmediato y le guio a la zona de obstetricia.

"No pasa nada, tranquila", "Todo irá bien". A pesar de que Saeyoung no pronunciaba ninguna de esas frases, ella era capaz de percibir la serenidad y la templanza del pelirrojo.

Saeyoung tuvo que salir mientras el médico le hacía una revisión externa, después le practicaría una ecografía de urgencia.

El tiempo jamás había pasado tan lento para él, ni siquiera cuando creyó que aquel balazo en la pierna terminaría con su vida.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora