XXXIII - 3574́ 8!3N

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Vanderwood creyó que la manzanilla había conseguido relajar sus nervios un poco. Melissa parecía estar tomándose las cosas con más calma, y dado que no tenía demasiadas cosas que hacer en el apartamento, decidió volver a descansar. No por nada dos marcas violáceas habían comenzado a instalarse debajo de sus ojos.

Cuidar de la castaña no estaba siendo tan difícil como imaginó. Dejando de lado sus cambios de humor repentinos, su impulsividad y su temeridad, era una muchacha alegre y muy afable.

No había sido del todo sincero con ella. Que Luciel no diera señales de vida era bueno hasta cierto punto, sobretodo cuando conociéndole, y por mucho que confiara en él, debía estar preocupado por su chica. A esas alturas, el agente secreto esperaba haber recibido aunque fuera un mensaje encriptado preguntando por ella, pero nada.

De un momento a otro escuchó unos pasos apresurados por el pasillo. La puerta del baño se cerró a cal y canto, Vanderwood no tardó ni medio segundo en atravesar el salón y dirigirse al servicio.

—¿Melissa? ¿Te encuentras bien?

—Sí. —dijo tras la puerta. Su voz sonaba algo desgastada—. Estoy bien.

La escuchó toser, y acto seguido probablemente vomitar. Justo entonces recibió el tan esperado mensaje encriptado, que lo único que pretendía saber era como estaba Melissa.

Lo cierto es que el castaño no sabía que responder a aquello. Incluso si ella decía estar bien, su dolor de cabeza y sus vómitos reiterados empezaban a decir lo contrario. Además, la había escuchado decir que tenía náuseas.

Las causas podían ser muchas, y esperaba que no fuera lo que creía que era.

"3574́ 8!3N"

(Traducción para los que no somos hackers con 1000 de IQ: "Está bien")


La chica abrió la puerta del baño y se encontró de cara con Vanderwood, que dudaba sobre que hacer. Finalmente decidió decírselo porque, aunque prefería que no, si Melissa estaba inestable por lo que el creía, permanecer preocupada sólo sería perjudicial.


—Luciel está bien. Pronto todo acabará, puedes dejar de preocuparte.

—¿De verdad? ¡Dios, Seven, menos mal!

Vanderwood arqueó una ceja aún pensativo. Debía comprobar que su intuición estaba equivocada urgentemente.

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¡Dios, Seven! - Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora