Prólogo de Aome

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Disclaimer:
Inuyasha y Fullmetal Alchemist no me pertenecen, son propiedad de las reinas del manga Rumiko Takahashi e Hiromu Arakawa respectivamente, pero esta historia es completamente de mi autoría.

Tokio, Japón, año 2011

Hola, mi nombre es Aome Higurashi, tengo 17 años de edad y hasta hace dos años yo llevaba una vida completamente normal, así es, era una simple estudiante de secundaria que vivía en un viejo templo con mi mamá, mi abuelo y mi hermano menor, sin embargo, el día de mi cumpleaños número quince, fui arrastrada a través del pozo devorahuesos que se encuentra en el templo por una extraña mujer ciempiés y viajé quinientos años al pasado, llegando al período sengoku donde se desataron las guerras civiles. Allí conocí a Inuyasha, un semidemonio bastante arrogante que se encontraba sellado en el árbol sagrado por una flecha que atravesaba su pecho.

La mujer ciempiés deseaba la "Perla de Shikon" que se encontraba en mi interior, e hiriéndome en un costado del abdomen, logró sacarla. Yo tenía miedo de morir, así que liberé a Inuyasha y él la mató, aunque después intentó atacarme a mí para quitarme la perla, pero gracias al collar mágico que le colocó la anciana Kaede, logré detenerlo. De esta manera fue como él y yo hicimos una tregua para proteger a la perla de Shikon.

Pero algo inesperado sucedió, accidentalmente rompí la perla en cientos de fragmentos al dispararle una flecha y desde entonces emprendimos un largo viaje para recuperar uno a uno esos fragmentos.

En nuestro viaje conocimos al pequeño Shippo, un demonio zorro; a Miroku, un monje budista y bastante pervertido; y a Sango, una joven exterminadora de demonios. Los cincos nos unimos no sólo para reunir los fragmentos de la perla, sino también para destruir a Naraku, un híbrido que ha provocado muchas desgracias, entre ellas, la muerte de Kikyo cincuenta y dos años atrás, el asesinato de todos los exterminadores y también es el causante de la maldición en la mano del monje Miroku.

Durante el transcurso de estos dos años han sucedido muchas cosas, entre las que puedo nombrar son: la muerte de Kagura, kana y Hakudoshi; que Sesshomaru recuperó su brazo y además obtuvo una nueva espada llamada "colmillo explosivo"; que Kouga decidió retirarse de la búsqueda de Naraku desde que perdió los fragmentos que llevaba en las piernas y hasta ahora no hemos sabido nada de él; y la más trágica de todas fue la muerte de Kikyo, un suceso muy triste y doloroso, aunque ella y yo no nos llevábamos bien, no pude evitar sentir pena por la trágica manera en la que falleció. Pero lo que me desgarró el alma fue ver el sufrimiento de Inuyasha, yo sé cuánto la amaba y aunque trato de no sentirme afectada por eso, es algo inevitable porque me duele saber que tal vez él jamás sentirá por mí un amor tan grande como el que sintió por ella. El sólo hecho de pensarlo me duele, pero ya no me afecta tanto como antes, quizá sea que estoy madurando o simplemente he comenzado a resignarme al aceptar que en su corazón siempre ocuparé un segundo lugar, porque aunque ya transcurrió casi un año desde que ella ya no está, Inuyasha sigue sufriendo en silencio y extrañándola, lo puedo notar en su mirada, sobretodo cuando posa sus bellos ojos dorados sobre mi persona, sé que no es a mí a quien está mirando, sino a su amor perdido y aunque eso me lastima, prefiero no hacérselo notar, tal vez actuar con indiferencia sea lo menos dañino para ambos.

Pero no todo son cosas tristes, también tenemos buenas noticias: el compromiso de matrimonio entre Sango y Miroku; que Shippo inició con su entrenamiento de zorro mágico; que kohaku se encuentra bajo la protección de Sesshomaru, por lo que es más complicado para Naraku el intentar robarle el fragmento de Shikon; y que finalmente yo ahora puedo enorgullecerme de decir que soy una verdadera sacerdotisa, es difícil de explicar, pero ahora poseo grandes poderes espirituales y logré dominarlos por completo en poco tiempo, pero aunque deteste admitirlo, el mérito no es completamente mío, sino de ... Kikyo.

Efectivamente, cuando Kikyo murió, su alma regresó a mi cuerpo y con ella todos sus conocimientos y habilidades como sacerdotisa, es por eso que ahora tengo el mismo nivel de poder que ella poseía y, al haber sido destruido Magatsuhi, ya no hay ningún sello que me detenga.

Y en cuanto a mi vida personal he de decirles que actualmente estoy cursando el tercer semestre de bachillerato, afortunadamente gracias a los avances de la tecnología estoy tomando clases online, ya que debido a mis constantes viajes al sengoku, sería muy complicado para mí asistir a una escuela normal sin tener que estar inventando enfermedades para justificar mis inasistencias, hecho que entristeció a mi abuelo quien ya había conseguido un libro de medicina sobre enfermedades extrañas para las que la ciencia médica aún no ha encontrado cura.

También les comento que me siento muy feliz, pues encontré un nuevo amor... pero no se confundan, no me refiero a un hombre, sino a lo que realmente me apasiona: la ciencia. Ahora que estoy estudiando el bachillerato me he dado cuenta de lo increíble que es ese mundo, pensar que todo lo que nos rodea, incluso nosotros mismos estamos hechos de materia y energía, y que formamos parte de un ciclo vital que jamás dejará de repetirse, hace que mi mente y corazón viajen entre páginas y páginas de libros de química de diferentes niveles que ahora abarrotan un pequeño estante dentro de mi habitación y otros tantos de esos libros se encuentran acomodados en una repisa dentro de la cabaña de la anciana Kaede... ¡Ah!, porque he de decirles que también uso el tiempo libre que tengo en el sengoku para continuar estudiando, aunque eso moleste de sobremanera a Inuyasha, quien dice que sólo pierdo el tiempo leyendo esos libros raros en lugar de centrar mi atención en buscar los fragmentos de la perla faltantes. Claro que eso le ha costado varios "abajo" a mi querido hanyo porque nadie se mete con mis libros y con mi amor por la química.

Regresando al presente, me encuentro en mi casa, recién regresé del supermercado porque fui a abastecerme de provisiones para mi regreso a la era sengoku. Compré sopas instantáneas para Inuyasha, dulces para Shippo (en caso de que nos visite), bolsas de papas fritas para Sango y el monje Miroku, galletas de nuez para la anciana Kaede y algunas latas de atún para Kirara. Además llevo ingredientes para preparar un delicioso chop suey de pollo para todos, ¡Será una gran sorpresa!, sólo espero que a Inuyasha le guste y haga que se le pase el mal humor que seguramente debe tener después de que me fui a mi época durante toda una semana, debido a que tuve que presentar varios exámenes online.

Finalmente, sin nada más que agregar, tomo mi pesada mochila amarilla y la cuelgo sobre mi espalda, y en mi mano derecha cargo mi laptop, que me servirá para seguir realizando mis tareas aunque esté en la otra época. Dentro de mi escote va oculto el pequeño frasco que contiene dos de los fragmentos de la perla.

Me despido de mi familia y me dirijo a la caseta del pozo que me llevará al período sengoku, donde sé que continuará mi aventura, pues aún faltan algunos fragmentos que debemos encontrar antes de que Naraku lo haga.

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Hola queridos lectores, hasta aquí llega la escritura en primera persona, lo hice de esta manera para dar una introducción al contexto en el que se desarrollará la historia. A partir del siguiente capítulo la narrativa será en tercera persona, espero sea de su agrado. ¡Bye!

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora