Capítulo 5: Presentaciones (segunda parte)

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Soltó un suspiro de alivio al notar que logró su cometido, había impedido la muerte de la chica al detener abruptamente el ataque de Inuyasha y del chico rubio, más no debía confiarse, aunque no creía que esos dos sujetos fueran sus enemigos, ignoraba las intenciones que tenían realmente, así que decidió tensar una flecha en su arco y acercarse con precaución.

Le pareció realmente conmovedora la escena en donde el chico se liberó de las flechas con desesperación para ir a abrazar a su compañera y ambos comenzaron a derramar lágrimas de angustia. Se notaba el gran cariño que se tenían esos dos, volvió a suspirar «Ojalá alguien me quisiera a mí de esa manera» se dio una cachetada mental, ese no era el momento para estar pensando en romance, el hechizo del collar de Inuyasha estaba perdiendo efecto y no estaba segura si su transformación de demonio había terminado. Prefirió no arriesgarse y gritó "¡ABAJO!" por segunda ocasión, mientras que no perdía de vista a la pareja que continuaba abrazada.

Fue el chico el primero en levantar la vista hacia ella, poseía unos hermosos ojos dorados a pesar de las lágrimas que los empañaban, escuchó de él susurrarle un "gracias", al tiempo que se incorporaba y ayudaba a su compañera a levantarse. Aome le brindó una pequeña sonrisa y bajó su arma, se convenció de que no eran una amenaza y decidió ir hacia donde estaba Inuyasha.

Nuevamente el hechizo perdía efecto, pero por fortuna cuando el hanyo levantó el rostro había vuelto a la normalidad. En ese instante Aome les hizo una señal con la mano a Edward y a Winry, para que no se preocuparan, ya no tenían nada de que temer.

Un poco desorientado Inuyasha se puso de pie, sus recuerdos de los últimos instantes eran borrosos, vio a Aome frente a él y eso lo tranquilizó, pero al dirigir su mano hacia su cintura y buscar su espada, la realidad lo golpeó como si fuese una fuerte bofetada... su espada estaba rota y el responsable era el enano rubio que se encontraba unos metros más adelante. Intentó ir a reclamarle por lo que hizo pero Aome lo detuvo, se plantó frente a él y con una mirada severa le colocó la mano en el pecho- No son nuestros enemigos, déjame hablar con ellos- el hanyo no tuvo más opción que quedarse parado en ese lugar y ceder ante la petición de la sacerdotisa.

Edward y Winry estaban a la espectativa, al parecer ese sujeto y la sacerdotisa eran amigos, no sabían que esperar de ese par, pero enfrentarían lo que viniera. Edward tomó la iniciativa y caminó en dirección a la sacerdotisa- Necesito hablar con ustedes- le dijo y ella asintió en aceptación.

- Mi nombre es Edward Elric, soy conocido como "El Alquimista de Acero" y mis intenciones no son bélicas, vine junto con mi hermano y mi mecánica en un viaje de investigación, pero ese sujeto- señaló a Inuyasha- Nos atacó e intentó robar mi piedra filosofal.

Aome lo observaba detalladamente al tiempo que escuchaba sus argumentos, entre todo lo que dijo hubieron ciertas palabras que llamaron su atención «¿alquimista? ¿mecánica? ¿piedra filosofal?» meditó un momento «Esos no son términos usados en este lugar ni en esta época, además su aspecto físico y sus vestimentas...» en ese instante el chico giró para ver a su compañera mientras esperaba una respuesta de la sacerdotisa y el metal de su mano y parte de su brazo que habían quedado al descubierto al romperse el guante y la manga de su camisa, destelló haciendo que Aome quedara boquiabierta ante el descubrimiento «¡No puede ser! eso es un...¿automail?, ¡sí, definitivamente ellos también son viajeros del tiempo!» miles de preguntas se agolparon en su mente, pero tenía que abordar el tema con precaución, necesitaba averiguar más sobre estas personas y para ello debía ganarse su confianza.

- Bien, es mi turno de presentarme, mi nombre es Aome Higurashi y soy la sacerdotisa guardiana de la perla de Shikon, al igual que tú mis intenciones son pacíficas y quiero aclarar el malentendido que tuvieron Inuyasha y tú- dirigió una breve mirada al hanyo- Verás, accidentalmente la perla de Shikon se rompió en varios fragmentos y nuestra misión es reunirlos todos antes de que caigan en manos malignas- Edward escuchaba atentamente pues esta información era de su interés- Y al parecer tú posees uno de esos fragmentos, pero ahora que estoy cerca de él, puedo darme cuenta de que lo que traes no es un fragmento de la perla, es algo diferente pero su poder es igual de impresionante.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora