Spin-off: Mi nombre es Alfred Hohenheim

152 12 17
                                    

«Han pasado ya tres meses desde que Aome viajó a la otra época y no ha regresado, temo que algo malo le haya sucedido» pensaba con melancolía la señora Higurashi sentada en la banca de madera que se hallaba frente al Goshimboku. Absorta en sus pensamientos no notó cuando alguien se aproximó a ella hasta que lo escuchó hablar.

- Buenos días, ¿Usted es la señora Nahomi Higurashi? - preguntó el joven al frente suyo.

Ella levantó la vista para observarlo, era apenas un adolescente de unos quince años de edad, a leguas se notaba que era extranjero por sus facciones, el cabello rubio oscuro que poseía y sus ojos color avellana - Sí, soy yo - respondió con amabilidad.

- Me presento, mi nombre es Alfred Hohenheim y vengo de Alemania. El motivo de mi visita es porque vengo a entregarle algo importante que mi tatarabuela dejó para usted - dijo mostrándole el portafolios que cargaba.

La señora Higurashi lo miró extrañada - No comprendo, ¿Qué tiene que ver tu tatarabuela conmigo?

Alfred abrió el portafolios y sacó un libro, era grueso como una enciclopedia, las pastas se veían desgastadas y parecía muy viejo por lo amarillento de sus hojas - Vea esto por favor - dijo entregándoselo.

Ella tomó el libro y al hojearlo las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin control.

- La letra es de mi hija Aome - dijo entre sollozos - Y la mujer de las fotografías es ella.

El libro era un diario escrito por Aome en donde narraba todos los acontecimientos desde que conoció al trío de Resembool en la otra época y el como se enamoró de Alphonse tomando la decisión de irse a vivir con él a su época en Amestris. Incluía fotografías de su boda con Alphonse en donde aparecía otra pareja de novios de cabello rubio en lo que fue una boda doble. También había fotos de años después donde ella y su esposo aparecían con una niña de cabello negro y ojos dorados de unos cinco años de edad y unos gemelos rubios muy parecidos a su padre de unos dos años de edad.

Las fotografías y la narración continuaban por todo lo extenso del libro mostrando a Aome y su esposo con sus hijos adultos y más tarde con nietos, muchas veces compartiendo con los hijos y nietos de la otra pareja de rubios.

- Mi hija es tu tatarabuela - le dijo a Alfred atando cabos.

- Sí, antes de morir mi tatarabuela dejó en su testamento la petición de que el mayor de sus tataranietos le entregara este libro a usted, especificando la fecha y la dirección en que debía ser entregado.

- ¿Cómo murió mi hija? - preguntó con un nudo en la garganta.

- Según me dijo mi padre, ella murió hace treinta años por vejez, pero tuvo una vida plena y feliz. También me contó que mi tatarabuelo Alphonse no soportó el dolor de perderla y murió de depresión pocos meses después.

- Gracias por decírmelo, me duele saber que ya no volveré a ver a mi hija, pero me siento feliz de que haya tenido una vida plena - mencionó limpiándose las lágrimas - Guardaré este diario para leerlo con calma.

- Me alegra poder haber cumplido con su última voluntad - dijo el chico - Creo que es momento de que me retire, todavía debo buscar un departamento en esta ciudad que rentar.

- ¿Vas a vivir aquí? - preguntó con curiosidad.

- Sí, mi papá es un importante hombre de negocios y por lo mismo se la pasa viajando todo el tiempo y casi no nos vemos. Pero por un contrato de trabajo vivirá un tiempo aquí en Japón y para poder estar más cerca de él decidí venir a estudiar la preparatoria en esta ciudad.

- ¿Y tu mamá? ¿No vives con ella?

Alfred negó y su expresión se volvió triste - Mamá murió en un accidente automovilístico cuando yo tenía diez años y desde entonces he vivido prácticamente solo porque no tengo hermanos y mi padre se la pasa viajando.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora