Capítulo 38: Irasue la hembra Alfa

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El poder del perfume de Akaicho no desapareció con su muerte, Sesshomaru continuaba bajo control mental. La pelea contra Inuyasha se había prolongado ya varios minutos y aunque el hanyo no había cedido en ningún momento, visiblemente estaba más agotado, de seguir así perdería la batalla contra su hermano mayor.

Suyen se rindió de intentar liberar a Irasue de la prisión de telarañas y ahora ambas se limitaron a observar la lucha entre ellos. Ambos hijos de Inu No Taisho desbordaban poder, después de todo dignos herederos beta y gamma del reino del Oeste.

Los primeros en llegar al lugar fueron Sango y Miroku, se detuvieron por un instante a ver la batalla, después de todo no podían hacer nada, intervenir en ese momento sería un suicidio. Enfocaron la mirada en un gran trono metros más adelante, estaba recubierto de telarañas gigantes que mantenían atrapada a una mujer y al lado suyo se hallaba Suyen. Fueron hacia ellas y al acercarse notaron el enorme parecido que esa mujer tenía con Sesshomaru.

- Usted debe ser Lady Irasue, es un honor - Sango hizo una pequeña reverencia ante la demonesa. La mencionada sólo asintió en respuesta.

Miroku imitó la acción de Sango y también la reverenció - La liberaré de estas telarañas - dijo y sacó los pergaminos que traía guardados entre sus ropas, los adhirió a sitios estratégicos sobre la estructura de las telarañas y con un toque de su báculo fueron activados haciendo que los símbolos dibujados sobre ellos brillaran con intensidad y las telarañas se disolvieron convirtiéndose en polvo.

Suyen quedó anonadada ante lo visto, todos sus intentos por liberar a Lady Irasue fueron inútiles, sin embargo ese simple humano lo logró en un instante y con el mínimo esfuerzo «Después de todo Lord Inuyasha no mintió al decir que son fuertes» pensó.

- ¡Miroku! ¡Sango! - Edward llegó hasta ellos seguido por Alphonse y Aome, observando la impresionante batalla no prestaron atención a Suyen y a la otra mujer que recién se levantó del gran trono.

Hubo un momento de tensión cuando Sesshomaru asestó una fuerte patada contra el abdomen de Inuyasha y éste fue a estrellarse contra el piso cerca de ellos.

- ¡Inuyasha! - todos excepto Suyen e Irasue corrieron a auxiliarlo.

No tenía heridas abiertas pero su cuerpo estaba muy golpeado y el agotamiento era evidente, trató de ponerse de pie apoyándose en su espada como si fuese un bastón pero volvió a caer de rodillas - ¡Maldición! - se quejó por lo bajo sujetándose el estómago a causa del dolor y escupió un poco de sangre.

Sesshomaru desde la distancia lanzó el ataque destructivo de colmillo explosivo para acabar con Inuyasha y todos lo que se encontraban cerca de él, no obstante su ataque chocó contra un enorme y grueso muro de piedra que se derrumbó tras el impacto pero evitó que todos fueran lastimados por el ataque. Edward y Alphonse continuaban todavía con las manos sobre el piso después de haber transmutado el muro con rapidez.

- Es nuestro momento de ayudarte a luchar Inuyasha - dijo Aome mirándolo de soslayo mientras apuntaba una de sus flechas contra Sesshomaru lanzándola y logrando neutralizar la energía destructiva que se acumulaba de nueva cuenta en la espada al impactar contra la hoja de ésta, cuando pretendía lanzar otro ataque.

La intervención de los humanos en su batalla enfureció a Sesshomaru, si esas ratas entrometidas deseaban morir, las aplastaría como los seres insignificantes que eran y luego se divertiría destazando al híbrido para entregar su cabeza como trofeo a Naraku. Envainó su espada y concentrando todo su poder demoníaco comenzó a cambiar, sus ojos se tornaron rojo carmesí y su rostro se alargó adoptando la forma del ocico de un perro mientras su cuerpo crecía de manera desmesurada hasta adoptar su verdadera forma, la de un gigantesco perro blanco.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora