Capítulo 44: Mi caballero

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Alphonse la tomó de ambas manos, se hincó para estar a su altura y la miró a los ojos - ¡La razón por la que actué de esa manera es porque te amo Aome!... desde que te conocí me enamoré de ti y hasta ahora reuní el valor suficiente para confesártelo, ¡Te amo más que a mi propia vida y no puedo soportar que él te haya hecho daño!

- Al... - susurró, estaba sorprendida por esa confesión tan repentina.

- Sé que tal vez no es la mejor manera de confesarte lo que siento pero necesitaba decírtelo, ya no puedo callarlo más - llevó ambas manos de la chica sobre su metálico pecho - En este momento no tengo nada que ofrecerte, ni siquiera tengo un cuerpo de carne y hueso pero te ofrezco lo único valioso que poseo, te entrego mi alma Aome y todo mi ser a cambio de que tus más bellas sonrisas sean para mí.

- Al... yo no sé que decir... - las palabras de Alphonse eran tan hermosas que le llegaban a lo profundo del alma, jamás esperó que un chico le confesara de una manera tan romántica sus sentimientos, quería llorar, pero esta vez de alegría.

- Por favor Aome sólo te pido que me des una oportunidad de estar contigo y demostrarte que puedo ser digno de tu amor, porque yo te amo tal como eres, una chica alegre, bondadosa, sincera, comprensiva, valiente, testaruda y que tiene un carácter de los mil demonios cuando se enoja - esto último lo dijo soltando una pequeña risita esperando que quizás lo golpearía por ser demasiado sincero, la única ventaja de su cuerpo de armadura es que no sentiría dolor si eso sucedía.

- Aome frunció el ceño tras escuchar lo último que dijo - Sabes Al, debería golpearte por sacar a relucir mis defectos, aunque literalmente ese golpe me dolería más a mí que a ti - mencionó fingiendo molestia - Pero te perdono porque me doy cuenta de que me conoces bastante bien y aún así te enamoraste de mí - suavizó su semblante y le regaló una bella sonrisa acompañada de un leve rubor en sus mejillas - Y siendo sincera lo que más deseo en este momento es besarte - tomando un impulso de valentía se acercó más a él y cerrando los ojos unió sus labios contra el frío metal de la boca de Alphonse, fueron sólo unos segundos pero parecieron eternos y mágicos para los dos, se separó lentamente de él y abrió los ojos - Yo tampoco sé cómo, ni sé en qué momento pero también me enamoré de ti Al... mi hermoso Al... porque no me importa que apariencia tengas, para mí eres perfecto - pronunció con cariño.

- ¡¿Entonces aceptas ser mi novia?! - su voz desbordaba dicha.

- ¡Claro que acepto! ¡¿Cómo podría decirle que no al chico más lindo que he conocido?! - volvió a besarlo y lo abrazó por el cuello teniendo cuidado de no lastimarse con los picos de la armadura.

- Me siento el hombre más afortunado del mundo - le dijo con ternura al momento que correspondía a su abrazo - Te juro que te trataré como a una princesa porque eso eres para mí.

- Siempre me has tratado como a una princesa, mi caballero de brillante armadura - respondió con voz melosa - La afortunada de tenerte soy yo.

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- No pensé que Alphonse fuera tan romántico, si me dijera esas palabras tan lindas a mí, yo también me enamoraría de él - dijo Sango con aire soñador.

- Yo también puedo ser un hombre romántico - mencionó Miroku con el ceño fruncido a causa de los celos.

- Claro, si su concepto de romance es manosearme el trasero cada que tiene la oportunidad - respondió con ironía la exterminadora.

- Sanguito no puedo evitarlo, es culpa de mi mano maldita, créeme.

- ¡Que le crea la más vieja de su casa!

- ¡Shhhh!, no hagan ruido o se darán cuenta de que los estamos espiando - dijo Edward obligándolos a guardar silencio y a agacharse tras los arbustos.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora