Capítulo 15: Pajarillo con alas de cera

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Tenía la garganta seca, los ojos le escocían y su cuerpo se sentía más pesado que nunca. Llevaba mucho tiempo en la misma posición, negándose a soltar el tórax de su hermano, el llanto se fue apagando hasta terminar en esporádicos sollozos. Una mano sobre su hombro le hizo volver a la realidad, despacio giró el rostro para ver a Miroku quien le mostraba una mirada de compasión.

- Edward lo lamento mucho- dijo casi en un susurro - Pero no podemos quedarnos aquí.

Edward bajó al suelo con sumo cuidado el torso de la armadura y se limpió las lágrimas con la manga de su abrigo, con paso lento se acercó a un tronco caído y lo transmutó en una carreta, Miroku le ayudó a ensamblar las piezas de Alphonse para formar su cuerpo y luego lo recostaron dentro de la carreta, después en silencio comenzaron a tirar de la carreta para regresar al lado de Aome.

Ya había pasado bastante tiempo desde que se marcharon y la preocupación de Aome iba en aumento, un cuervo pasó volando cerca de ella y se paró en un árbol cercano a graznar «El cuervo es señal de mal presagio» decidió sacar esa idea de su mente y continuar esperando con fe de que sus amigos pronto regresarían sanos y salvos.

La llegada de sus serpientes caza almas le advirtió que ellos ya venían de regreso, enfocó la vista y pudo distinguir a Miroku y Edward jalando lo que parecía ser una carreta, pero no vio a Alphonse, quizás él venía dentro de la carreta. Decidió caminar en su dirección para encontrarse con ellos, pero a medida que se acercaba algo le decía que no traían buenas noticias.

Fue recibida por dos rostros cargados de aflicción, sobretodo de Edward que tenía los ojos hinchados y enrojecidos por el llanto «¡No... por favor que no sea lo que estoy pensando!», pasó de largo a los dos varones y se dirigió a la carreta, su temor se hizo realidad, la armadura de Alphonse yacía recostada e inmóvil dentro de ésta y cuando tocó el frío metal no logró sentir la presencia del alma de su querido amigo. Las lágrimas no tardaron en hacerse presentes- ¡Alphonse!, ¡¿Por qué te fuiste?!- sollozó- ¡Aún no era tu tiempo, recuerda que prometí devolverte tu cuerpo con el deseo de la perla de Shikon!- las lágrimas se volvieron más abundantes mientras recargaba su rostro contra el pecho de metal y lo acariciaba con su mano sana. Pronto una idea llegó a su mente «La perla de Shikon, ¡Eso es!» dejó de llorar abruptamente, se secó las lágrimas y volteó a mirar a sus compañeros con determinación.
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Miraba a su alrededor observando sólo el blanco espacio que le rodeaba, ya eran varias ocasiones que visitaba ese lugar por cortos lapsos de tiempo, tras él se encontraba la enorme puerta de piedra que le proveía el poder de la alquimia y frente a ésta su demacrado y débil cuerpo humano yacía sentado observándolo con curiosidad.

Una figura humanoide de color blanco y carente de rostro no tardó en manifestarse en el lugar, su repugnante sonrisa posiblemente le causaría escalofríos si tuviera un cuerpo de verdad.

- Bienvenido Alphonse Elric- dijo con una voz extraña, como si varias voces diferentes hablaran al mismo tiempo.

- ¿Por qué me trajiste aquí?, ¿Qué es lo que quieres de mí?- inquirió con firmeza Alphonse.

- Yo no te traje aquí, es tu propio cuerpo el que atrajo a tu alma como un imán, ya ha transcurrido demasiado tiempo desde que se separaron y es el momento en que vuelvan a unirse.

- Pero... aunque ese es mi mayor anhelo... no puedo hacerlo - Dirigió la mirada hacia su demacrado cuerpo - Lo siento mucho pero aún no es tiempo... si elijo unirme a mi cuerpo no podré regresar al mundo real, me quedaré atrapado aquí hasta el día que perezca.

La sonrisa de la Verdad se amplió aún más - No tienes otra opción Alphonse Elric, el sello de sangre que creó tu hermano se ha debilitado y ya no tiene la fuerza para seguir uniendo tu alma a la armadura, y si no me crees obsérvate a ti mismo - Un espejo de agua se formó bajo los pies de Alphonse, mediante el cual pudo observarse a sí mismo claramente.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora