Capítulo 51: Sacrificios (segunda parte)

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La imagen del espejo mostraba a Edward muerto con Rin llorando con el rostro apoyado sobre su pecho y a Jaken con semblante triste de pie a un lado de ellos.

- ¡El único que morirá eres tú maldito bastardo! - exclamó Inuyasha antes de volver a arremeter contra Naraku.

Sesshomaru retomó su semblante impasible y también volvió a atacar a Naraku que ya estaba cerca de la trampa, sólo era cuestión de obligarlo a entrar en ella.

- Lo lamento mucho Al - Aome se acercó a él abrazándolo por la espalda con gruesas lágrimas recorriendo sus mejillas, si a ella le dolía profundamente la muerte de Edward, no podía imaginar lo que estaba sintiendo Alphonse en ese momento.

- El sacrificio de mi hermano no será en vano - pronunció con firmeza - Aome yo también me enfrentaré a Naraku, tú sola puedes activar el círculo de transmutación, el enlace ya está hecho, lo único que debes hacer es colocar la piedra filosofal en el centro del círculo pequeño - dicho eso se puso de pie soltándose del abrazo de ella - Nunca olvides que te amo - dijo sin voltear a verla y echó a correr en dirección a Naraku.

- Yo también te amo - susurró ella sintiendo un enorme vacío en el pecho, esas palabras de Alphonse sonaron como una clara despedida «No Al, por favor no me dejes».

Naraku mencionó que los ataques de youki o reiki no tenían efecto alguno contra su espejo, pero su alquimia no dependía de ninguna de esas energías «Será mágico, pero sigue siendo un espejo hecho de vidrio y plata» se detuvo frente a éste y tras juntar ambas manos sujetó los bordes del espejo tratando de desintegrarlo con alquimia destructiva aprovechando que Naraku continuaba distraído enfrentando a Inuyasha y Sesshomaru.

El espejo comenzó a fracturarse tras la descarga de energía alquímica mostrando cuarteaduras en toda su superficie, algo que Naraku notó de inmediato con asombro, elevándose en el  cielo con rapidez para evitar que fuera destruido por completo «Ese maldito pedazo de metal es una molestia, descubrió el punto débil de mi espejo» se encontraba furioso «Debo deshacerme de él antes de que se convierta en un problema».

Sesshomaru fue el único que siguió combatiendo contra él gracias a su facultad de volar, algo que no impidió que Naraku lograra concentrar energía negativa de la perla dentro del espejo, no obstante debido a las fracturas del mismo dicha energía no surgió en forma de orbe como la vez anterior, sino que se fragmentó en potentes rayos oscuros que salieron disparados en diferentes direcciones destruyendo todo aquello contra lo que impactaran.

Inuyasha actuó rápido usando la funda de Colmillo de acero para repeler el rayo que iba contra él, Alphonse levantó un muro de piedra que resultó ser destruido por el rayo pero que logró frenar el impacto evitando que lo dañara. Lo que ambos no pudieron hacer fue reaccionar a tiempo para proteger a Aome que se encontraba un tanto alejada de ellos, y temiendo lo peor volvieron la vista en su dirección.

Aturdida se levantó con dificultad del suelo en donde terminó tendida por el fuerte impacto del rayo, sentía que le dolía todo el cuerpo pero era un dolor soportable y tenía una que otra herida leve. Levantó la mano derecha con la que sostenía su arco para darse cuenta que éste se hallaba roto en varios pedazos. Ahora que lo recordaba cuando sintió el rayo ir hacia ella interpuso el arco para detener el ataque, el poder sagrado del arco del Monte Asuza le salvó la vida siendo éste el que terminó destruido.

Inuyasha y Alphonse pudieron sentirse aliviados por un instante al darse cuenta de que ella estaba bien.

- ¡Aome aléjate de aquí, es demasiado peligroso! - le gritó el hanyo sin bajar la guardia ante otro posible ataque de Naraku.

- ¡Eres una alquimista! ¡Usa la piedra filosofal para protegerte! - exclamó Alphonse viendo que Naraku volvió a cargar energía para lanzarla en su contra.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora