Capítulo 32: Recuerdos dolorosos

72 8 8
                                    

El viaje de regreso a la aldea de la anciana Kaede era lento, nuestros personajes no llevaban ninguna prisa y hubiese sido un regreso tranquilo de no ser porque desde el embarazoso incidente con el reloj de plata, la tensión entre Inuyasha y Edward aumentó, al grado de que no había momento en que no se la pasaran discutiendo e insultándose.

La situación se tornó insoportable para los demás integrantes del grupo que desesperados buscaban una solución.

- No queda otro remedio que obligarlos a que hablen para que arreglen sus diferencias y puedan llevarse mejor - opinó Miroku.

- El problema es que los dos son igual de obstinados y soberbios, será difícil convencerlos para que dialoguen - dijo Alphonse.

- Yo puedo convencer a Ed - mencionó Winry.

- ¿En serio puedes hacerlo? - preguntó Alphonse.

- Por supuesto Al, no subestimes mis encantos - dijo guiñándole un ojo.

- Y yo puedo tratar de convencer a Inuyasha - mencionó Aome.

- ¿Estás segura de que accederá? - preguntó Sango.

- No, pero buscaré la forma de lograrlo, si tengo que recurrir al chantaje lo haré - dijo decidida.

- ¡No se diga más, hay que actuar de inmediato! - exclamó Miroku.

.
.
.

Inuyasha y Edward estaban involucrados en una batalla cuerpo a cuerpo en donde ambos se lanzaban patadas y puñetazos sin detenerse y sin medir su fuerza. La apariencia de los dos era desaliñada y tenían marcados moretones en el rostro y las partes visibles del cuerpo.

- Posees fuerza bruta, pero no tienes una estrategia de combate, lo que te hace bastante predecible - le decía Edward al hanyo al tiempo que le conectaba un puñetazo a la mandíbula con su mano de automail.

- Y tú estás tan bajo que resulta difícil atinarte un golpe con las manos, por eso usaré mejor las piernas - dijo Inuyasha tras patear en el abdomen al alquimista.

- ¡Pues no podrás ganarme mientras no tengas una estrategia! ¡¿Me oíste mente de roca?!

- ¡Ke! ¡Las rocas no piensan!

- ¡Pues tú tampoco!

- ¡Ya verás hormiga de acero!

- ¡Lo que tú digas perro chihuahua!

Estaban a punto de conectarse un nuevo golpe cuando un muro de tierra se interpuso entre ambos haciendo que frenaran en seco su ataque.

- ¡Ya dejen de actuar como cavernícolas por una vez y arreglen sus diferencias de manera civilizada! - les reprendió Alphonse.

- ¡Tú no te metas hombre de hojalata! - contestó molesto Inuyasha.

- ¡A mi hermano no le grites fenómeno! - salió Edward en defensa de Alphonse.

Un nuevo enfrentamiento estaba por comenzar, motivo por el que las chicas tuvieron que tomar cartas en el asunto. Winry jaló e Ed de la trenza y se lo llevó varios metros lejos del hanyo. Aome hizo lo mismo, sujetó a Inuyasha de una oreja y lo jaló hacia otra dirección.

.
.
.

- ¡Ed, esta situación ya es insoportable, debes hablar con Inuyasha para que arreglen sus diferencias!

- ¿Y por qué yo tengo que dar el primer paso?, si el fenómeno quiere hacer las paces que sea él quien me lo diga.

- Deberías dejar de ser tan soberbio y pensar en que los demás la estamos pasando mal por culpa de la mala actitud de ustedes dos - hizo un puchero - Anda habla con él.

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora