Omake 4: Grasa de automail

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- Ya reemplacé los tornillos y engranes gastados de tu pierna y brazo, además engrasé todas las articulaciones para que tengan una mejor fluidez al moverse - decía Winry mientras guardaba una por una las herramientas que utilizó dentro de la caja.

Edward se puso de pie y comenzó a mover y flexionar sus miembros metálicos comprobando que funcionaban a la perfección - Como siempre Winry eres la mejor - mencionó regalándole una gran sonrisa a su novia.

- Eso ya lo sé - respondió con voz melosa para acercarse a Edward y plantarle un apasionado beso en los labios al cual él correspondió hambriento, hacía días que retomaron el viaje de regreso y no habían podido tener privacidad como pareja hasta este momento.

Decidieron alejarse un poco del grupo con el pretexto de que Winry revisaría sus automail, cosa que era cierta, pero también aprovecharían para tener un momento a solas.

- No eres nada modesta - le dijo al oído con sensualidad al tiempo que la abrazaba por la cintura y besaba su delicado cuello provocando un agradable cosquilleo al que ella no pudo resistirse.

- ¿Por qué tendría que serlo? - respondió extasiada y en un acto que Edward no se esperaba, ella lo abrazó sujetándolo con fuerza del trasero.

- ¡Oye Winry! ¡¿Qué hacen esas manitas traviesas?! - preguntó sorprendido y a la vez complacido de que ella superara su timidez y se atreviera a tocarlo con más naturalidad.

- Dijiste que eres mío, así que puedo tocarte todo lo que yo quiera - hablaba con total seguridad - Y debo admitir que tienes un trasero muy sexy, y como ahora tengo la oportunidad de acariciarlo simplemente la aprovecharé - sonrió de manera maliciosa y apretó con fuerza los bien formados glúteos de su amado mientras volvía a besarlo con pasión.

El momento íntimo se vio interrumpido cuando escucharon pisadas sobre la hojarasca de personas aproximándose, se separaron con prontitud, Edward continuó haciendo ejercicios y Winry procedió a limpiar la grasa de automail que tenía en las manos con una franela.

- Hermano, Winry, los andábamos buscando, ya debemos continuar el viaje - mencionó Alphonse mientras los demás sólo observaban.

- Está bien, sólo voy a vestirme - comentó Edward que en ese momento sólo vestía unos boxers azul claro ya que Winry le había dado mantenimiento a su brazo y pierna. Se agachó a recoger sus prendas dándoles la espalda por un momento a sus compañeros y cuando se puso de pie alcanzó a escuchar exclamaciones ahogadas de los demás y una risilla burlona de parte de Miroku - ¿Qué pasa? - preguntó confundido al encararlos y ver el sonrojo de Winry, Aome y Sango, el porte serio y desaprobatorio de Alphonse y las muecas burlonas de Inuyasha y Miroku.

- ¿Por qué tienes dos manos marcadas en el trasero? - fue Shippo quien con inocencia hizo la pregunta.

- ¡¡¿Qué?!! - giró la cabeza intentando ver su propio trasero, cosa que fue imposible, luego recordó que Winry le había apretado los glúteos con las manos llenas de grasa de automail, esas manos grasientas quedaron marcadas sobre la tela de su bóxer. Ahora cobraban sentido las reacciones de sus compañeros, su rostro enrojeció a más no poder, dirigió su mirada hacia Winry y se encontraba igual de avergonzada que él «¿Por qué esto me pasa a mí?, soy ateo y no creo en Dios, así que debe ser el diablo el que conspira en mi contra»

- No es nada importante Shippo, es un asunto de adultos, cuando seas más grande te explicaré - Aome había intervenido salvando a Edward de tener que darle una explicación al niño - ¿Qué te parece si vamos por una paleta de cereza? todavía traigo algunas en mi mochila - con ese pretexto se alejó de allí con el pequeño.

Inuyasha caminó tras ellos «Yo también me voy, en realidad no me interesan los rituales de apareamiento de estos dos»

- ¡Qué envidian me dan pillines! - exclamó Miroku, luego abrazó a Sango - Sanguito ¿Por qué no seguimos el ejemplo de ellos? - le insinuó con sensualidad a la exterminadora.

- ¡Olvídelo su excelencia! ¡Ya le dije que no va a pasar nada entre usted y yo mientras no estemos casados! - se zafó del abrazo, lo sujetó de una oreja y se lo llevó a rastras del lugar - Vámonos, Edward y Winry necesitan privacidad.

- ¡Ayyyy Sanguito no seas tan salvaje conmigo! - suplicaba el monje al sentir que casi le arrancaban la oreja, mientras caminaban alejándose.

- Hermano, Winry, deberían ser un poco más discretos, hubiese sido muy incómodo si los encontrábamos en una situación más comprometedora - dijo Alphonse.

- ¡Ya Al no nos regañes! ¡Además te recuerdo que el hermano mayor soy yo! - reprochó Edward.

- ¡Pues entonces actúa como tal y deja de comportarte como un adolescente cargado de hormonas! - mencionó antes de retirarse y dejarlos solos.

- Ed... creo que deberías vestirte para que alcancemos a los demás, si demoramos mucho pensarán que hicimos otra cosa - mencionó apenada Winry.

- Tienes razón - procedió a vestirse con rapidez - Vamos.

Pronto dieron alcance al resto del grupo, decidieron caminar hasta atrás para evitar las miradas acusadoras del resto de sus compañeros y sobretodo los comentarios pervertidos de Miroku.

- ¡Este sí que será un viaje largo! - suspiró Ed con resignación.

- Ni que lo digas - respondió Winry cabizbaja.

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Hola!
Como lo prometí aquí les dejo otros dos Omakes humorísticos que espero les hayan dado un pequeño momento de diversión.

En la próxima actualización continuaré con los capítulos normales, nos vemos pronto! 😊

Alquimistas en el SengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora